Sala de entrenamiento de combate en el sótano [Cualquiera interesado]

Sithspit…

Idea concreta sólo en pensamiento, hablar me es imposible. Un respirar violento y acelerado causa ardor en mi garganta, mi caja torácica se comprime y distiende con la fuerza e intensidad de aquel anhelado aliento.
Pálpito alocado, acelerado y casi sin ritmo; podía sentir el eco de mi corazón resonar a la par del golpeteo de mi yugular bajo mi piel en aquel cansancio que parece vencerme.

Vista eclipsada, uno de mis ojos yace cerrado mientras trato de retener el aliento. Un intermitente parpadeo trata de aclarar y enfocar el campo visual de aquel cuadrilátero ahora borroso, etéreo, difuminado a mi percepción por el agotamiento y las gotas de sudor que en su descendente paso recorren las líneas de mi rostro.
La palma de mi mano diestra quema, arde por la fricción de la empuñadura de madera del sable de entrenamiento que ahora parece pesar una tonelada. Mis dedos no oponen resistencia a su peso, el suelo lo llama y el cansancio que yo tenía no evita que el arma acuda al llamado de la gravedad. Apenas si lo escuché caer, rodó un par de centímetros por el suelo de lona, quien sabe.

Mi cuerpo pesa más que nunca, apenas siento los brazos. Los músculos queman y arden como si se rasgaran una y otra vez a cada paso de mis pies descalzos; debo dejar el cuadrilátero.
Gravedad, a veces te detesto. Tan pronto como bajé mi equilibrio colapsó y caí sentada, mi espalda buscó el apoyo en aquella elevación de un metro que brindaba el mismo cuadrilátero donde había estado entrenando yo sola.
El cansancio es el vencedor; mi mente se vio perdida en aquel cansancio y agotamiento físico y mental que eclipsa mis sentidos y percepción bajo la cortina de un profundo sueño.

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El creciente aumento y acelerado resonar de los pasos de la Padawan denota su cercanía. Su silueta se asoma en un curioso mirar que flanquea la entrada de aquella Cámara de Entrenamiento encontrando lo que ella anhelaba, un solitario lugar donde iniciar su práctica.
El arma nueva reposa en su cinto y oscila a cada paso; antes de usarla o probarla debía mejorar su técnica básica en esgrima y ello detona sus ganas de entrenar.
De uno de los estantes había tomado un sable de madera el cual ahora alista. El pesado calzado deja sus pies y ahora aquellas botas de oscuro cuero flanquean el cuadrilátero elegido por la Padawan.


Pri’ss nunca quiso que use un arma…
Un profundo exhalar mana de sus labios mientras su mente busca su calma, su mano diestra empuña y acostumbra la textura y peso del arma que blandirá ahora.
Un vago recuerdo, etéreo. La Twi’lek que conoció nunca usó armas, armas como las que acabaron con su familia o con ella misma, o de la clase que fueran, ella nunca las aprobó.
Su mente explora aquellos recuerdos hasta situarse en el de la Jedi que libertó a su mundo años atrás; su manejo y destreza con el arma, la soltura y gracia de los movimientos que trata ahora de recrear.
El cobijo de sus párpados eclipsa sus ojos mientras sobre sus pies descalzos da inicio a un compás de movimientos adornados de saltos y el blandir de aquella arma de madera que esgrime en su mano derecha.

Giro tras giro, la empuñadura del arma danza en la palma de la mano diestra que la sostiene y empuña. La madera de la hoja describe formas orgánicas y desafiantes, curvas y cortes, giros, traza “X” imaginarias esgrimiendo tales formas contra un adversario que visualiza en su mente.
Sus pies descalzos se aferran a la lona del suelo brindándole el apoyo y equilibrio buscado ante la fluidez de sus pasos y de sus saltos.

Ocasionales saltos o pasos errados envían su fémina figura hacia el suelo fuera de aquella plataforma, mas no tardaba en ascender a la misma y retomar aquella autoinducida práctica.
Minutos que pasan, sin mesura ni percepción. La mente de la Padawan yace inmersa en aquella práctica donde la gracia y soltura de sus movimientos comienza a evidenciar en la danza y acordes que compete la esgrima.

Horas, ¿días? Ni ella lo sabe. Desde que termino la forja de su sable la Padawan se había recluido en aquella Cámara y en aquel cuadrilátero donde ahora evidencia en ella el cansancio.

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Off: Casi una semana, supongo que no molestará el doble post.

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Solo de cuerdas, notas que resuenan una tras otra en un acorde de guitarra que inicia en lo profundo de una mente sumida en su entrenamiento. Un lento exhalar nace de sus labios, las falanges que conforman sus dedos se flexionan y extienden con la impaciencia de la práctica.
Cuerdas acalladas por otras. El arco de un violín danza sobre las cuerdas del instrumento en una caricia acústica, la cual esgrime las notas de un acorde musical con la gracia y precisión de un sable al compás del recuerdo de la melodía elegida.
Musculatura que se relaja, sus antebrazos se agitan en un tenue y breve mover que alista su ser al esfuerzo físico.
Realidad e imaginación en armonía. Uno, dos, tres, cuatro… el golpeteo de su pie derecho sobre la tela de lona del cuadrilátero marca su ritmo al compás de la banda sonora que resuena en su mente y da inicio a su rutina de entrenamiento.


Grácil, ágil mover. Su pie derecho inicia un movimiento que el izquierdo lo finaliza; cambia, intercala el apoyo sobre sus pies a cada paso que avanza y gira hacia su flanco izquierdo. Su desplazar traza círculos, danza sobre sus pies descalzos que con firmeza se aferran al suelo del cuadrilátero mientras un cúmulo de energía cinética se almacena en su ser.
Abrupto final. Firme, su pie derecho se apoya y sostiene del suelo, el impulso del giro aún guía su fémina figura. Su cuadriceps se extiende y libera aquella tensión muscular que cual rauda explosión le permite desafiar la gravedad por un instante.
Su pie izquierdo, libre y flexionado, libera su tensión en una firme y directa patada cual surca y atraviesa el etéreo aire en aquella estocada hacia un objeto imaginario.
El movimiento ha cesado, su pierna izquierda retrae su elongación tras el golpe lanzado al vacío. Acude al llamado de la gravedad y su ser desciende de aquel breve salto, aterrizando firme sobre ambas piernas, mas su peso descansa mayormente sobre la semi flexionada pierna izquierda.




Sin tiempo perdido. El ritmo del fondo musical mental guía sus pasos y desplazamiento en aquel mover que uno tras otro reinicia y prosigue sin considerar el paso del tiempo.
Efímeros instantes en que su ser desafía la gravedad, recurrentes saltos ahora le permiten desplazarse en aquel cuadrilátero de entrenamiento mientras su mente yace inmersa en el fluir de sus movimientos y la música que toca en su mente.



Fluido movimiento, inesperado. Sus antebrazos esgrimen formas en un blandir similar al de la hoja de un arma, traza figuras y “X” imaginarias hasta el límite de su juntura articular en un movimiento disuasorio y distractivo.
Sus manos se entrelazan y flanquean entre si, esquivan y coordinan armonizando una a otra evadiendo ataques imaginarios de cada flanco posible.
Su balance y equilibrio, su punto de apoyo y giro va de pie a pie a cada paso en rápidos y abruptos cambios generando en aquel mover la confusión anhelada para sus imaginarios adversarios.


Un notorio suspiro, la música en su mente llega a su fin y a la par da término momentáneo el entrenamiento y rutina. Aquel exhalar abandona sus pulmones tras la bocanada de aire que asimila en busca del aliento perdido a causa del esfuerzo físico.
Aquel cuadrilátero vuelto un hogar improvisado, tiempo que pasa sin percepción por la motivación de aquel logro buscado. La Padawan yace entrenando en tal recinto desde el término de la forja de su sable. Su espalda busca ocasional apoyo y soporte en la breve altura que separa el cuadrilátero del suelo general del recinto, lugar donde se recarga y dormita ante el cansancio que el entrenamiento le produce.

Minutos de descanso. Pausa que llega a su fin bajo el eco y resonar de su pie derecho sobre el cuadrilátero, aquel golpeteo que marca el paso y ritmo ante el fondo musical de aquella banda sonora mental.

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Fluido movimiento, armonioso, rítmico con la gracia de una coreografía y danza arduamente ensayada. Saltos, giros completos y maniobras. Su mente y cuerpo yacen en una completa coordinación en aquellos movimientos calculados, impensables, donde la gravedad parece ya no reinar sobre la fémina figura que a cada paso la desafía con el descaro de una habilidad ganada con esfuerzo.

Un zumbido láser, un destello violeta. Aquella hoja se une a la danza cuando el halo lumínico de su sable finalmente se libera. Su mano diestra afirma y sujeta aquella empuñadura donde nace la hoja que se esgrime de un lado a otro al compás de su serie de movimientos.
Un blandir acelerado, hacia delante y atrás, consecutivo a modo de defensa ante un ataque imaginario. Aquella empuñadura gira 360 grados sobre el lateral de su falange índice hasta ser atrapada nuevamente por su pulgar diestro.
Ambas manos toman la empuñadura. Firme, con fuerza, sus antebrazos se tensan, sus dedos se afirman al cuero que reviste el mango de su arma ahora en un sparring contra el imaginario adversario.

Cortes en diagonal, ascendentes y descendentes, de izquierda a derecha y viceversa. Estocadas, la hoja láser es blandida hacia la cabeza y piernas imaginarias a la par de bloqueos y pases de una mano a otra en una serie de movimientos que se agilizan con el paso del tiempo


|3 horas estándar después|



Respetuoso silencio ante el conocimiento al término de aquel enunciado. Los ojos de la Padawan yacen fijos, perdidos entre las líneas de aquel libro el cual venía leyendo hace algunas horas.
“La guía práctica de técnicas de Lightsaber”, obra escrita por el Maestro Jedi Vo'ren Faalo la cual había sido tomada por la Padawan en su entrenamiento aislado, misma que lee con detenimiento aquellas técnicas descritas.
Un leve exhalar nace y escapa de sus plexos labiales. Sus palmas sostienen la cubierta y contracubierta de aquel libro que cuidadosamente cierra, liberando a sus ojos del cautivo de aquellas letras.


Uhm… me pregunto…
Una idea ronda su mente tras la lectura. Sus labios forjan ahora un ligero y casi irónico sonreír mientras sus ojos se entrecierran en un sutil gesto nacido de aquel pensamiento impulsivo e impetuoso producto de uno de los ejemplos detallados en el libro.


|2 horas estándar después|

Sithspit…
¿Cuántas veces he dicho eso mientras entreno? ¿Cuántas veces lo he pensado desde que estoy aquí? No me di por vencida y no lo haré ahora… sólo… ten paciencia, concéntrate… observa la esfera… sólo la esfera… el sable es una extensión de mi misma… trata de alcanzar la esfera…

Mi antebrazo derecho está tenso, puedo sentir la quemazón y ardor muscular expandirse por todo mi brazo. Pesa ahora, el peso del cansancio. Mi mano toma con fuerza la empuñadura de mi sable, el cuero se ha calentado por la fricción con la piel de mi palma.
Aliento perdido, trato de respirar en calma pero el cansancio no me favorece. La gravedad hala el sudor en mi frente en forma de pequeñas gotas las que una a una recorren mi rostro en su descendiente camino.
No hay tiempo de descanso. Un firme paso al frente, mi pie derecho detona aquel veloz blande el cual esgrime de izquierda a derecha la hoja de mi espada. Un destello violeta, una mancha borrosa del haz luminoso de mi sable finaliza con igual velocidad.
Etéreo humo, el suelo se decora con gotas de cera caliente y acero recién fundido, estuve cerca… otra vez…



Olor ha quemado. La lona de aquel cuadrilátero ahora yace decorada con las marcas de cera pertenecientes a una gran cantidad de velas, mismas que yacen seccionadas y quemadas en el suelo junto al acero derretido de las esferas que ahora semejan amorfas figuras.
Parecía sencillo. Diversos candelabros sostienen velas sobre las cuales reposan pequeñas esferas de acero que no sobrepasan el centímetro de diámetro. El reto, esgrimir el sable a modo de partir a la mitad aquel acero sin quemar la vela que lo sostiene.

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Off: El libro de donde nace la idea del entrenamiento y el Maestro Jedi indicados no sé si pertenecen o se adecuan a la línea de tiempo, pues no encontré información sobre la era, en caso que no sea correcto, lo modificaré.

Creciente precisión, amenazante, agresiva. La hoja láser de su espada se aproxima milímetro a milímetro hacia aquellas metálicas esferas de acero que tiene por blanco.
Un destello violáceo surca el aire de izquierda a derecha y viceversa a cada blande que realiza; firme, contundente, raudo. A su paso el intenso fulgor láser calcina el ceroso cuerpo de la vela que colapsa derretida junto a la otrora esfera metálica en su camino hacia ésta.

Un agitado respirar, acelerado, armonioso con aquellas gotas de sudor que una tras otra recorren y exploran su faz en su camino descendente.
Delinean y se entrometen por su sien, por la cuenca de sus ojos nublando y eclipsando a su paso la vista propia.


Calma… recuerda el entrenamiento con las esferas…

Un pensamiento de calma, el ritmo de su respiración busca la calma mientras las pupilas de sus ojos van eclipsándose tras los párpados propios escapando de aquella nublada visión hacia el oscuro páramo de una autoinducida ceguera.
Su mente escapa del cansancio físico, de las dudas o distracciones posibles enfocándose en su blanco, aquella mucho más pequeña esfera metálica.


Con calma… concéntrate… enfócate en el blanco… Visualízalo…

Calmo despertar. El efluvio de su energía fluye y recorre su ser en el explayar de su mente que se enfoca en aquel esférico blanco.
Etéreo, borroso con un gradual aclarar. Aquella esfera ahora era visible en su mente gracias a la Fuerza que manipula e infunde hacia sus sentidos.


¡Ahora!…

Su mano derecha se tensa, afirma la empuñadura de cuero de su sable el cual permanece activo. El movimiento nace de su hombro y su antebrazo derecho. Fuerte, firme, preciso. Su tensión muscular liberada detona aquel blande que esgrime su hoja láser de izquierda a derecha hacia el blanco situado mentalmente.


Sus ojos se reabren con la rapidez de las palabras que oye. Su concentración en el entrenamiento merma al reenfocar su atención en aquella llamada del Consejo enviada con un Padawan.
Su postura regresa a la normalidad y unas palabras de gratitud son dedicadas al mensajero que no tarda en marcharse.
Un mirar de soslayo, disimulado, un notorio sonreír nace en sus plexos labiales al notar los restos derretidos de aquella esfera metálica yacer sobre la intacta vela ante el logro de aquella autoinducida prueba.

Agitada aún, un evidente cansancio podía notarse en su gesto, en su respirar, incluso en sus raídas prendas producto de los días de confinamiento entre prácticas y ejercicios.
Su fémina figura deja aquel cuadrilátero del cual desciende, partiendo sin pérdida de tiempo hacia la Cámara del Consejo.


[Tema finalizado, Azula]

Off: Nehknar y yo aprovecharemos de hacer un rol en la sala cuando el pueda ir despúes de sus pruebas de Padawn para hacer un duelo de práctica. Despúes esperaremos que nos llame el Consejo para que nos asignen nuestros correspondientes maestros. Asi que pido que no posteen hasta que Nehknar ingrese al tema. Gracias

Kai se despertó al día siguiente. Ya era un Padawan y pronto le asignarían un maestro el Consejo. Pero primero iría a la sala de entrenamiento para practicar un poco mientras esperaba el llamado.

Al entrar a la sala deicidió empezar a practicar movimientos con su bastón de madera que tenía desde hace ya varios años de entrar a la Academia. Aún se acordaba del libro que había traido su padre en el que había información de la cultura Echani y se había sentido especialmente atraído por sus guerreros y el uso de sus vibrosables de doble hoja que cuando los blandían, parecía como una danza fluida mas que una lucha. Desde ahí que aparte de luchar con su hermano con los bastones imitando a espadas, Kai trataba al mismo tiempo tiempo de dominar el bastón como un sable de dos hojas. Con su llegada a la academia, en su tiempo libre aprovechaba de practicar con su bastón. Con dos años de prácticas aunque no sean formales y por si mismo, se había vuelto bastante bueno, aplicando el Shii-Cho aprendido en las clases con su bastón.

De todas formas no estaba decidido si su primerr sable sería uno básico o de dos hojas. Sería mas seguro empezar con uno normal ya que el uso de un bastón de dos hojas era peligroso incluso para uno mismo. Aunque la verdad, Kai deseaba poder tener uno y dominar los estilos de lucha Jedi con esa arma. Quien sabe, cuando pudiese crear su primer sable, podría intentar hacer una empuñadura con la cual podría luchar con una sola hoja encendida o ambas. pero eso era un tema para otro rato.

-"Bien, empezemos"- se dijo a sí mismo.

Kai empezó a blandir el bastón en el aire, mientras prácticaba ese estilo alternativo, Kai pensaba si algún día podría luchar igual de bien y con el espíritu de los Echani

El recién ascendido Padawan Nehknar Anbúe caminaba por los laberínticos pasillos del templo. Se encontraba sonriente y feliz, tanto entrenamiento y esfuerzo valió la pena.

Pronto le asignarían un maestro pensaba el jóven. ¿Quién será? ¿Hombre? ¿Mujer? ¿Estricto? ¿Permisivo? El tiempo lo dira.

Luego de recorrer y recorrer aquél enorme edificio con sus peculiares habitaciones y pasillos, se encontró con una especie de escaleras que conducían a un piso subterráneo. Un sótano tal vez.

Sus pies se posaban en aquellos tablones de madera. Un sonido rechinante provenía de allí. Escalón por escalón, Nehknar bajó hasta la habitación. Una vez allí, se encontró con un muchacho. Se encontraba realizando unas maniobras con un bastón de madera.

Los pies del Padawan se detuvieron al pasar el último escalon.

-Um... Hola! mi nombre es Nehknar. No recuerdo haberte visto antes... ¿...Cual es tu nombre?- -Decía con cierta timidez

Kai seguía practicando con su bastón cuando se dió cuenta que era una persona que entraba en la sala. O era un Younling o era un Padawan igual que el. El chico se presentó y Kai se dió vuelta, apoyando su bastón en el piso.

-Ah, hola, soy Kai Nador- se presentó- no creo averte visto antes... Tal vez teníamos horarios distintos en las clases.

Mientras decía esto, Kai seguía esgrimiendo el bastón alrededor de su cuerpo, imaginándose usando un sable de luz de doble hoja.

-Estoy practicando mientras espero a que me llame el Consejo, acabo de terminar las pruebas de Padawan- dijo Kai con orgullo- esataré aqui en la Sala de Entrenamiento por ahora.

Kai terminando una serie de movimientos, volvió a apoyarlo en el piso.

Nehknar caminaba por el cuarto mentras conversaba con aquél Padawan.

-Que coincidencia! Yo acabo de terminar las pruebas también. Estamos en la misma situación-

El jóven contemplaba aquella habitación. Era bastante amplia, húmeda, no habían ventanas. En el techo habían un par de focos que iluminaban la sala. Diversos objetos estaban dispersos por el lugar.
El muchacho caminó hacia una de las paredes y tomó una especie de vara que no seguía una forma muy recta, estaba hecha de madera.

-Oye Kai. ¿Qué tal si mientras esperamos a que nos llame el Consejo, tenemos un duelo amistoso, eh? - decía mientras se acomodaba para comenzar una batalla

Kai contempló su bastón, siempre había practicado con el bastón el estilo de doble hoja, pero nunca había peleado con él. Decidió que era un buen momento para probar si realmente el sable de doble hoja era su estilo.

- Ok, total, hace tiempo que deseaba probar pelear con este estilo. Veamos si puedes luchar contra un sable de doble hoja, es solo un bastón lo que uso pero sirve de igual forma.

Kai hizo girar el bastón alrededor suyo y se puso en posición de combate.

-Vaya... doble hoja. Un estilo muy dificil de dominar, pero imparable a la vez.- -decía Nehknar mientras contemplaba la pose de Kai

El muchacho miro fijamente a los ojos de éste último. Su ''arma'' estaba siendo firmemente agarrada por ambos brazos, apuntando hacia el jóven oponente.

Fluidamente, ambos brazos se movieron hacia el costado derecho del Padawan, para almacenar potencia suficiente para encestar un ataque.

Mientras esto ocurría, Nehk corrío direcamente hacia Kai. A un poco menos de un metro de distancia, Anbúe lanzó con gran potencia ambos brazos hacia su rival, liberando toda la tensión acumulada.

La vara iba dirigida con velocidad hacia su entrepierna izquierda. El duelo recien comenzaba.

El duelo había empezado. Nehknar avanzó despúes de preparar un golpe, según el angulo del ataque, atacaría de alguna manera su piernaa izquierda.

Rápidamente, Kai ladeó uno de los extremos de su bastón hacía su pierna izquierda, dispuesto a interceptar el golpe. El ataque de Nehknar estaba cargado de mucha energía. Kai aprovechó la energía del impacto para girar y retroceder hacia atrás, aumentando la distancia entre ambos Padawan.

Definitivamente Nehknar no sería un oponente fácil pero tal vez su falta de experiencia luchando contra armas de dos hojas, como muchos Jedi, podría ser una ventaja para mí.

-Veamos si puedes pelear contra dos "hojas" de mi bastón al mismo tiempo...

Kai avanzó hacia su oponente Padawan y cargó con uno de los extremos de su bastón hacia el antebrazo de Nehknar para lugo levantar el otro extremo y golpear de forma diagonal su costado derecho.

El Padawan observaba a Kai venir hacia él directamente. Ahora era su turno de defender. Sería algo dificil, un ''sable'' de doble hoja no es algo que se defienda facilmente.
Nehknar observaba los movimientos de su rival. Sus gestos, el movimiento del bastón de madera, cada pequeña cosa era una pista para adivinar su siguiente movimiento.

Su próximo ataque se dirigía hacia su antebrazo izquierdo. Rápidamente el jóven movió su brazo a una posición superior de la zona atacada. Ambas muñecas iban girando hacia el costado derecho para lograr que su ''sable'' girara 180º apuntando hacia el suelo. De forma tal, que éste interceptara aquella estocada.

Seguido de esto y sin perder ni un solo segundo, Kai se dispuso a seguir su ataque con un corte hacia el lado derecho de Nehknar. Éste último hizo girar de modo contrario su vara, al mismo tiempo que sus brazos se movían hacia la derecha. Su arma quedó de forma diagonal, defendiendo aquél ataque proveniente de su oponente.

Ahora era el turno de Anbúe en atacar. El peso de su cuerpo pasó a su pie izquierdo, provocando una tensión en toda la pierna. El muchacho usó su lado izquierdo como base para dar un giro hacia la derecha. Mientras éste se movía, sus brazos aprovechaban el Momentum provocado por la velocidad de la maniobra para encestar un ataque a ambos pies de Kai, de izquierda a derecha.
Al finalizar aquel giro, la tensión se liberó y la vara salió con potencia hacia ambas extremidades inferiores de su rival.

El ataque de Nehknar venía de nuevo a sus extremidades inferiores.

-"Utiliza sus ataques en beneficio tuyo" - se dijo a si mismo.

Bajando el extremo derecho del bastón, Kai absorvió el impacto del bastón rival, mientras el giraba con un impulso. Con la fuerza del impacto, Kai aprovechó de dar un giro para deshacerse del poderoso impacto pero le tomó por sorpresa el segundo ataque repentino de Nehknar después de su giro.

Kai tratando de evitar de forma desesperada el ataque, dió un salto hacia atrás, esquivando por poco un doloroso golpe. Mientras el bastón rival rozaba el aire, Kai toco el suelo, recuperándose.

Mientras su rival aún se recuperaba de su ataque, Kai tomó el bastón con las dos manos y cargó con un impulso de atrás hacia adelante, intentando propinar una estocada hacia el vientre de Nehknar

Kai vió como Nehknar esquivaba a tiempo su estocada con gran agilidad y habilidad. No le había tocado un rival mal preparado.

Kai se preparaba para realizar su siguiente, intentó cargar contra Nehknar dando un salto en el aire y tratando de golpear su hombro derecho. Nehknar no parecía que hiciera algo para defenderse, Kai veía su oportunidad para por fin lograr golpear a su rival.

Pero para su sorpresa, lo que hacía Nehknar, era extender su brazo y apuntar hacia él, Kai se dió cuenta muy tarde de sus intenciones y ya era muy tarde para hcer algo para evitarlo.

-"¡No!"

El empujón de Fuerza le dió de lleno y lo empujó hacia atrás. Kai cayó de manera violenta en el piso, deslizandose de espalda unos pocos metros. Kai logró recuperar el control y procedió a levantarse rápidamente para no ser un objetivo fácil. Logró levantarse y ponerse en guardia.

-¿Con que estamos ya estamos empezando a jugar rudo? - exclamó Kai de manera irónica

Era hora de probar movimientos más "agresivos", demostrando lo que se puede lograr al dominar el estilo de doble hoja. Kai empezó a concentrarse y lograr un estado de meditación como el que usó para esquivar las esferas, tratando de maximizar su rendimiento.

Kai comenzó a hacer girar el bastón alrededor suyo mientras se acercaba a Nehkanr, tratando de hacer imprevisible su siguiente ataque. Cuando Kai alcanzó una distancia óptima, lanzó una ráfaga de tres golpes: con el extremo derecho del bastón intentando atacar el costado izquierdo, con el extremo inverso golpear el hombro derecho y por último, apoyandose con el pie derecho, realizar un giro de 360º alrededor de si mismo y realizar una estocada con fuerza al vientre.

-Creo que me pase con el Empujón...- pensaba el padawan

Ahora Kai se disponía a pelear agresivamente. Nehknar miró fijamente a los ojos a su rival y agarró firmemente su vara con ambas manos, provocando una tensión en sus antebrazos.

Una lluvia de bastones se hacía presente alrededor de su oponente. Una brisa proveniente de aquella maniobra acariciaba su cara. Era como un escudo que protegía al jóven. Imparable.

Anbúe retrocedía a medida que aquél muchacho se aproximaba. Pero no sirvió de nada. El largo bastón se detuvo repentinamente y sin perder tiempo se dirigió con gran potencia a la izquierda de su torso.

El cuerpo del Padawan atacado giró levemente hacia el oeste, mientras que su vara se encontraba en una posición vertical y parelela a éste.

Ambas armas se interceptaron. Un gran estruendo se pudo oír de aquel poderoso golpe. Las manos de Anbúe temblaron un poco debido a la potencia del ataque.

Apenas finalizó con aquella estocada, la parte inversa del bastón de su rival ya estaba encaminada a su hombro derecho. Cada vez era más complicado defender sus ataques. Nehknar volteó hacia la derecha, subiendo ambos brazos y manteniendo su arma en vertical para intentar tapar aquel golpe.

La fuerza fue tal que hizo que el Padawan retrocediera dos pasos, casi perdiendo el equilibrio. No pudo ver venir el siguiente ataque. Kai giró rápidamente sobre si mismo y golpeó de lleno a su estómago con el bastón, dejandolo sin aire por unos segundos y provando que perdiera el equilibrio y cayera al piso.

Anbúe se agarró fuertemente su vientre por el dolor, pero luego de unos momentos se recuperó.

-Gha... eso... si que fue rudo Kai!- Decía sonriéndole -Eres muy bueno en combate con doble hoja. Definitivamente este es tu estilo!- se levantó mientras que le extendía su mano.

-Fue un gran duelo amigo! Me has vencido limpiamente.-