Primeras impresiones
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Primeras impresiones
Ya lo podía divisar a lo lejos, era un punto rojo en el firmamento, despues una bola, después una gran esfera de matices rojos y cobrizos, era, como mi hermano había dicho, la "cuna de los sith", Korriban se llamaba.
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Desde luego imponía, cuando cruzamos su atmósfera, se pudo adivinar un paisaje desertico, según descendíamos, también ruinas, perecía una zona milenaria, devastada por alguna guerra de tiempos pasados, en estos momentos me daba cuenta de lo poco que conocía del universo.
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Aterrizamos cerca de edificios relativamente nuevos, sin duda la academia de aprendices. Tras salir del vehículo, fuimos recibidos por unos "guardias", que tras observarnos unos instantes, sin mediar palabra, nos dirigieron al interior del edificio, por el camino miraba hacia todos los lados, sin embargo, mi hermanastro continuaba firme, nunca parecía temer a nada, aun estando en un lugar totalmente desconocido.
El interior del edificio estaba prácticamente oscuro, solo iluminado por algunas tenues luces rojas artificiales, aunque había tragaluces en algunas paredes, no iluminaban practicamente nada, el conjunto se hacia bastante tétrico. La entrada era muy amplia, redonda, con varias puertas, algunas custodiadas por parejas de guardias armados con varas y ataviados como nuestro guia.
Pasamos por una de las puertas desguardadas, que daba a un pasillo del que emanaban otros pasillos, fui conducido por uno, mi hermano siguió adelante por otro, al fondo del pasillo el guia se paro, indicándome que entrara. Lo hice, y se cerro la puerta tras de mi, encendiéndose una luz roja al instante, quedando iluminada la habitación.
Sin ninguna clase de decoración, la habitación disponía de una cama, una mesita a su lado y al otro lado un armario.
Sin que me diese tiempo a reaccionar, una luz surgió de encima de la mesilla, roja, parpadeante. Prevenía de lo que sin duda era un reproductor holografico, al tocar el botón de reproducción, apareció un hombrecillo a escala, ataviado con una túnica negra, enmascarado.
-Probablemente sepas quien soy (ni idea, pensé), mi nombre es Lord Revan, Lord oscuro del sith, y desde este momento tu amo y señor- la grabación continuaba
-Debes saber que no hay vuelta atrás, la única opción es vencer o morir en el intento, ahora, espera instrucciones-
Cuando la grabación de bienvenida acabo, me sente en la silla, pensando si realmente había sido una equivocación seguir a su hermano hasta este desolado lugar "vencer o morir" ¿a que demonios se refreiría?, al pensar en Adraan toda duda se disipó, confiaba en el mas que en mi mismo.
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Desde luego imponía, cuando cruzamos su atmósfera, se pudo adivinar un paisaje desertico, según descendíamos, también ruinas, perecía una zona milenaria, devastada por alguna guerra de tiempos pasados, en estos momentos me daba cuenta de lo poco que conocía del universo.
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Aterrizamos cerca de edificios relativamente nuevos, sin duda la academia de aprendices. Tras salir del vehículo, fuimos recibidos por unos "guardias", que tras observarnos unos instantes, sin mediar palabra, nos dirigieron al interior del edificio, por el camino miraba hacia todos los lados, sin embargo, mi hermanastro continuaba firme, nunca parecía temer a nada, aun estando en un lugar totalmente desconocido.
El interior del edificio estaba prácticamente oscuro, solo iluminado por algunas tenues luces rojas artificiales, aunque había tragaluces en algunas paredes, no iluminaban practicamente nada, el conjunto se hacia bastante tétrico. La entrada era muy amplia, redonda, con varias puertas, algunas custodiadas por parejas de guardias armados con varas y ataviados como nuestro guia.
Pasamos por una de las puertas desguardadas, que daba a un pasillo del que emanaban otros pasillos, fui conducido por uno, mi hermano siguió adelante por otro, al fondo del pasillo el guia se paro, indicándome que entrara. Lo hice, y se cerro la puerta tras de mi, encendiéndose una luz roja al instante, quedando iluminada la habitación.
Sin ninguna clase de decoración, la habitación disponía de una cama, una mesita a su lado y al otro lado un armario.
Sin que me diese tiempo a reaccionar, una luz surgió de encima de la mesilla, roja, parpadeante. Prevenía de lo que sin duda era un reproductor holografico, al tocar el botón de reproducción, apareció un hombrecillo a escala, ataviado con una túnica negra, enmascarado.
-Probablemente sepas quien soy (ni idea, pensé), mi nombre es Lord Revan, Lord oscuro del sith, y desde este momento tu amo y señor- la grabación continuaba
-Debes saber que no hay vuelta atrás, la única opción es vencer o morir en el intento, ahora, espera instrucciones-
Cuando la grabación de bienvenida acabo, me sente en la silla, pensando si realmente había sido una equivocación seguir a su hermano hasta este desolado lugar "vencer o morir" ¿a que demonios se refreiría?, al pensar en Adraan toda duda se disipó, confiaba en el mas que en mi mismo.
Última edición por Lyanth el Lun Nov 16, 2009 9:57 pm, editado 1 vez
Lyanth- Aprendiz Sith
- Cantidad de envíos : 11
Fecha de inscripción : 12/11/2009
Localización : Madrid
Hoja de Personaje
Habilidades/Dotes/Poderes:
Re: Primeras impresiones
“Carne fresca” murmuraron algunos guardias al ver aquella nave descender. Su gesto altivo, despectivo, típico de aquellos hombres que en tono burlón suelen conducir a los recién llegados.
No dijeron nada al verlos, aquel par no parecía la gran cosa o material para ser nuevos Sith, cosa que en el fondo le alegraba a los guardias, pues el destino de los rechazados era ser comida de Tuk’ata, previa larga y agónica tortura claro.
Otros iniciados habían llegado también. Desgarbados, sucios, violentos, asesinos y escorias de la galaxia con algo en común, aquella pestilencia de aura negativa que mana de ellos.
El grupo fue conducido por pasillos, corredores, uno tras otro se alzaba bajo la guía de los guardias. Apenas si se veía, el suelo se sentía térreo, áspero, agresivo como cada muro, como cada rincón bañado de aquella luz roja bajo la que los muros parecían sangrar y todo el complejo parecía un ente vivo, maligno.
Los corredores se adornaban de gritos, cámaras de tortura seguramente, gritos de agonía y dolor, gritos de locura que nadie auxiliaba. A la par, Tuk’atas enfurecidas gruñían, mordían los barrotes que las contenían en jaulas tras largas sesiones de tortura sin alimento.
Los guardias pasaron por allí premeditadamente. El aire se turbaba, la pestilencia aumentaba, el suelo de las jaulas de aquellas bestias era decorado por huesos humanos roídos hasta el cansancio.
Tras la separación de los hermanos y la custodia en aquellas habitaciones el tiempo pasaba sin señal de uno u otro, los cerrojos habían sido puestos y salir de aquellas habitaciones era imposible desde dentro.
Una tras otra las horas pasaron, el exterior no brindaba iluminación alguna y la hora era imposible de saber. Los continuos gritos de tortura y gruñidos de bestias no facilitaban conciliar el sueño, ¿cuánto pasó? Sin alimento y sin aviso, ambos hermanos tal como los otros iniciados fueron sometidos a ese cautiverio y aislamiento por dos días.
[2 días estándar después]
Los cerrojos de aquella puerta rechinaron desde el exterior y la puerta finalmente se abrió. La silueta de uno de los guardias se hizo presente y la burlona sonrisa en su rostro era más que evidente.
— Levántate escoria, es hora de divertirse. — Sus palabras fueron acompañadas de una fuerte patada que arrojó aquella silla por la habitación. Unos grilletes salieron a relucir del cinto del guardia y no tardaron en apresar las muñecas de aquel iniciado.
Todos los iniciados habían sido liberados al mismo tiempo, todos conducidos como prisioneros por aquellos pasillos bajo el trato de esclavos y, sin una palabra de explicación, fueron arrojados a una arena de prueba.
Podía sentirse el olor de la sangre fresca, incluso se veía teñir la arena bajo su tono carmín. Los iniciados se vieron la cara por primera vez luego de aquellos dos días, ¿qué era lo que planeaban los guardias? Los grilletes se desactivaron y cayeron al suelo liberándolos finalmente.
Un zumbido surcó el aire, una daga fue arrojada y su hoja filosa se hundió algunos centímetros en la arena tras alcanzar el suelo. Los guardias se habían reunido, bromeando y divirtiéndose de aquella tortura y situación tras lo que uno se limitó a hablar.
Su voz resonó por los altoparlantes. — Hora de comer, o de ser comida. — Desapareció la comunicación a la par que una puerta se abrió descubriendo a la bestia sujeta de cadenas; una hambreada Tuk’ata, sujeta de raídas y mordidas cadenas gruñía y forcejeaba tras divisar a los iniciados. Un reloj inició una cuenta regresiva, dos minutos tan solo, dos minutos en que aquellos iniciados deberían de luchar por apoderarse de aquella daga y forzar su camino hacia el contenedor de comida o perecer siendo comida de Tuk’ata.
Los demás ya habían sido criminales y asesinos, por lo que no dudarían en matar al resto de iniciados si tenían la oportunidad de sobrevivir, era uno o ellos, el reto había iniciado.
Narrado por: Azula
Off: He ahí el reto, mátense xD..
No dijeron nada al verlos, aquel par no parecía la gran cosa o material para ser nuevos Sith, cosa que en el fondo le alegraba a los guardias, pues el destino de los rechazados era ser comida de Tuk’ata, previa larga y agónica tortura claro.
Otros iniciados habían llegado también. Desgarbados, sucios, violentos, asesinos y escorias de la galaxia con algo en común, aquella pestilencia de aura negativa que mana de ellos.
El grupo fue conducido por pasillos, corredores, uno tras otro se alzaba bajo la guía de los guardias. Apenas si se veía, el suelo se sentía térreo, áspero, agresivo como cada muro, como cada rincón bañado de aquella luz roja bajo la que los muros parecían sangrar y todo el complejo parecía un ente vivo, maligno.
Los corredores se adornaban de gritos, cámaras de tortura seguramente, gritos de agonía y dolor, gritos de locura que nadie auxiliaba. A la par, Tuk’atas enfurecidas gruñían, mordían los barrotes que las contenían en jaulas tras largas sesiones de tortura sin alimento.
Los guardias pasaron por allí premeditadamente. El aire se turbaba, la pestilencia aumentaba, el suelo de las jaulas de aquellas bestias era decorado por huesos humanos roídos hasta el cansancio.
Tras la separación de los hermanos y la custodia en aquellas habitaciones el tiempo pasaba sin señal de uno u otro, los cerrojos habían sido puestos y salir de aquellas habitaciones era imposible desde dentro.
Una tras otra las horas pasaron, el exterior no brindaba iluminación alguna y la hora era imposible de saber. Los continuos gritos de tortura y gruñidos de bestias no facilitaban conciliar el sueño, ¿cuánto pasó? Sin alimento y sin aviso, ambos hermanos tal como los otros iniciados fueron sometidos a ese cautiverio y aislamiento por dos días.
[2 días estándar después]
Los cerrojos de aquella puerta rechinaron desde el exterior y la puerta finalmente se abrió. La silueta de uno de los guardias se hizo presente y la burlona sonrisa en su rostro era más que evidente.
— Levántate escoria, es hora de divertirse. — Sus palabras fueron acompañadas de una fuerte patada que arrojó aquella silla por la habitación. Unos grilletes salieron a relucir del cinto del guardia y no tardaron en apresar las muñecas de aquel iniciado.
Todos los iniciados habían sido liberados al mismo tiempo, todos conducidos como prisioneros por aquellos pasillos bajo el trato de esclavos y, sin una palabra de explicación, fueron arrojados a una arena de prueba.
Podía sentirse el olor de la sangre fresca, incluso se veía teñir la arena bajo su tono carmín. Los iniciados se vieron la cara por primera vez luego de aquellos dos días, ¿qué era lo que planeaban los guardias? Los grilletes se desactivaron y cayeron al suelo liberándolos finalmente.
Un zumbido surcó el aire, una daga fue arrojada y su hoja filosa se hundió algunos centímetros en la arena tras alcanzar el suelo. Los guardias se habían reunido, bromeando y divirtiéndose de aquella tortura y situación tras lo que uno se limitó a hablar.
Su voz resonó por los altoparlantes. — Hora de comer, o de ser comida. — Desapareció la comunicación a la par que una puerta se abrió descubriendo a la bestia sujeta de cadenas; una hambreada Tuk’ata, sujeta de raídas y mordidas cadenas gruñía y forcejeaba tras divisar a los iniciados. Un reloj inició una cuenta regresiva, dos minutos tan solo, dos minutos en que aquellos iniciados deberían de luchar por apoderarse de aquella daga y forzar su camino hacia el contenedor de comida o perecer siendo comida de Tuk’ata.
Los demás ya habían sido criminales y asesinos, por lo que no dudarían en matar al resto de iniciados si tenían la oportunidad de sobrevivir, era uno o ellos, el reto había iniciado.
Narrado por: Azula
Off: He ahí el reto, mátense xD..
Fuerza Oscura- Narrador/GM
- Cantidad de envíos : 3
Fecha de inscripción : 30/09/2009
Re: Primeras impresiones
Horas y horas pasaron, no sabría decir cuantas, no tenia forma de saberlo. Encerrado cual criminal, devanandome los sesos, buscando argumento alguno para haber sido enjaulado, sin ningún éxito.
Los gritos de agonía, el olor pútrido del ambiente, los gruñidos inhumanos, el conjunto era aterrador. Mi mente volaba, me imaginaba las mas horrorosas torturas, me veía a mi mismo siendo devorado por bestias aterradoras, sacadas de lo mas profundo de las pesadillas de cualquier niño, era en esos momentos cuando mi mente racional se hacia un hueco, ¿porque iban a torturarme y matarme?, ¿acaso era yo un criminal?, era probable que simplemente me intentasen amedrentar la moral, con que fin, a saber.
Las horas pasaban lentas, me entretenía como podía, revisando y volviendo a revisar las juntas del implante, viendo una y otra vez la gradación de bienvenida, intentando centrarse en la voz del tal Revan (que tampoco era demasiado tranquilizadora), dejando de lado los sonidos del exterior, aunque era tarea imposible y practicamente no pegue ojo en ningún momento.
El cerrojo de la puerta sonó, cuando esta se abrió, apareció la figura de un hombre en el umbral, otro de esos guardias, el cual dijo asperamente y con una amplia sonrisa malvada en la cara:
— Levántate escoria, es hora de divertirse —
Dio una patada a la silla, que salio despedida hacia la pared opuesta. Casi en el acto me levante, y el guardia enseño unos grilletes, dándole yo mis muñecas sin demasiada convicción.
Fui conducido por angostos pasillos, entre empujón y empujón, pensaba en el craso error que había sido venir a este planeta de locos, deseaba tener un rato a solas con mi hermanastro, charlar, quería aclarar muchas cosas... quería pegarle un puñetazo en la nariz en definitiva.
Los guardias se pararon, abrieron una verja, y me patearon a través de ella, cerrando la puerta tras de mi. Me encontraba en una arena, similar a las de los juegos de gladiadores,aunque mas pequeña. La tierra, mezclada con sangre seca, le daba al ambiente un olor metálico, al mirar al cielo, se podía divisar a través de los barrotes en forma de cúpula, el cielo carmesí, su luz me dañaba los ojos, acostumbrados a la penumbra de mis "aposentos". Los guardias se mofaban en las gradas de unos y otros, estas se iban llenando de personas, parecía que esto era el entretenimiento local de aquel lugar, incluso se podían ver personas apostando, señalando a los luchadores con creditos en la mano.
Hablando de las demas personas, eran de las razas mas variopintas, pero absolutamente ninguno tenia buena pinta, era obvio que todos pertenecían a la peor calaña del universo, un puñado de asesinos y criminales, ninguno le superaba por más de 10 años en edad, fueron atraídos probablemente por promesas de poder inimaginable (como Adraan, precisamente), estaba por ver si eran ciertas, por ahora tocaba sobrevivir. Examinando a cada uno de ellos, encontré a Adraan, el no parecía en absoluto nervioso, al acercarme a el fui a decirle unas cuantas cosas, pero me vi interrumpido por el sonido de una gran puerta al abrirse, de ella surgió una bestia, una mezcla de dragón y lobo gigante, que rugía con fiereza, intentándose abalanzar hacia su cena, pero estaba sujeta con una cadena. Grilletes desactivados caian al suelo y un reloj inició una cuenta atrás de 2 minutos.
— Hora de comer, o de ser comida. — Decía una voz por los altavoces, al tiempo que, silvando, se clavava una daga en la arena, indudablemente pretendian que nos matasemos unos a otros.
— Espero que tengas un plan — le dije a mi hermano, al tiempo que empecé a correr cual jugador de Wegsfera hacia la daga.
[Solamente los administradores pueden ver esta imagen]
Off: quiero parar el rol hasta que adraan haga su ficha (es un personaje de verdad) y asi continuamos a la par, voy a ver si le meto prisa
Los gritos de agonía, el olor pútrido del ambiente, los gruñidos inhumanos, el conjunto era aterrador. Mi mente volaba, me imaginaba las mas horrorosas torturas, me veía a mi mismo siendo devorado por bestias aterradoras, sacadas de lo mas profundo de las pesadillas de cualquier niño, era en esos momentos cuando mi mente racional se hacia un hueco, ¿porque iban a torturarme y matarme?, ¿acaso era yo un criminal?, era probable que simplemente me intentasen amedrentar la moral, con que fin, a saber.
Las horas pasaban lentas, me entretenía como podía, revisando y volviendo a revisar las juntas del implante, viendo una y otra vez la gradación de bienvenida, intentando centrarse en la voz del tal Revan (que tampoco era demasiado tranquilizadora), dejando de lado los sonidos del exterior, aunque era tarea imposible y practicamente no pegue ojo en ningún momento.
El cerrojo de la puerta sonó, cuando esta se abrió, apareció la figura de un hombre en el umbral, otro de esos guardias, el cual dijo asperamente y con una amplia sonrisa malvada en la cara:
— Levántate escoria, es hora de divertirse —
Dio una patada a la silla, que salio despedida hacia la pared opuesta. Casi en el acto me levante, y el guardia enseño unos grilletes, dándole yo mis muñecas sin demasiada convicción.
Fui conducido por angostos pasillos, entre empujón y empujón, pensaba en el craso error que había sido venir a este planeta de locos, deseaba tener un rato a solas con mi hermanastro, charlar, quería aclarar muchas cosas... quería pegarle un puñetazo en la nariz en definitiva.
Los guardias se pararon, abrieron una verja, y me patearon a través de ella, cerrando la puerta tras de mi. Me encontraba en una arena, similar a las de los juegos de gladiadores,aunque mas pequeña. La tierra, mezclada con sangre seca, le daba al ambiente un olor metálico, al mirar al cielo, se podía divisar a través de los barrotes en forma de cúpula, el cielo carmesí, su luz me dañaba los ojos, acostumbrados a la penumbra de mis "aposentos". Los guardias se mofaban en las gradas de unos y otros, estas se iban llenando de personas, parecía que esto era el entretenimiento local de aquel lugar, incluso se podían ver personas apostando, señalando a los luchadores con creditos en la mano.
Hablando de las demas personas, eran de las razas mas variopintas, pero absolutamente ninguno tenia buena pinta, era obvio que todos pertenecían a la peor calaña del universo, un puñado de asesinos y criminales, ninguno le superaba por más de 10 años en edad, fueron atraídos probablemente por promesas de poder inimaginable (como Adraan, precisamente), estaba por ver si eran ciertas, por ahora tocaba sobrevivir. Examinando a cada uno de ellos, encontré a Adraan, el no parecía en absoluto nervioso, al acercarme a el fui a decirle unas cuantas cosas, pero me vi interrumpido por el sonido de una gran puerta al abrirse, de ella surgió una bestia, una mezcla de dragón y lobo gigante, que rugía con fiereza, intentándose abalanzar hacia su cena, pero estaba sujeta con una cadena. Grilletes desactivados caian al suelo y un reloj inició una cuenta atrás de 2 minutos.
— Hora de comer, o de ser comida. — Decía una voz por los altavoces, al tiempo que, silvando, se clavava una daga en la arena, indudablemente pretendian que nos matasemos unos a otros.
— Espero que tengas un plan — le dije a mi hermano, al tiempo que empecé a correr cual jugador de Wegsfera hacia la daga.
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Lyanth- Aprendiz Sith
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Re: Primeras impresiones
Off: Esperemos entonces a que él postee en su turno.
Luego borraré éste mensaje para no interrumpir xD.
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