Cumpliendo órdenes [Mithrandir]

La despedida de sus padres le había resultado algo más complicado de lo que al principio le hubiera gustado. No mostró más q seguridad mientras su madre la abrazaba y su padre le dedicó una caricia en la mejilla y un par de apretones sobre el hombro. Lo más cálido que había sentido jamás. Esbozó una sonrisa tranquilizadora antes de subirse a la nave acompañada de dos de los hombres de confianza de su padre y se mantuvo en silencio durante todo el viaje. El regalo de su madre colocado en su sitio hacía que viera todo a su alrededor de colores algo más oscuros de lo que debía pero se acabaría acostumbrando. Con el tiempo lo haría.

El trayecto no fue tan largo como hubiera esperado. Se pasó la mayor parte del tiempo meditando o adormilada en su asiento. Antes de que empezara a sentirse verdaderamente incómoda en su asiento divisó un planeta al que se dirijían sin lugar a dudas

-Datooine... -dijo en voz baja mientras escuchaba a los pilotos de su nave intercambiar instrucciones, permisos y coordenadas con los técnicos de lo q suponía que sería su destino, la Academia Jedi.

La nave aterrizó con suavidad sobre el terreno designado y bajaron los tres a tierra firme. La muchacha iba al frente con una bolsa de viaje oscura sobre el hombro y la carta firmemente agarrada en la mano derecha. Dos hombres fueron a recibir a la comitiva con cierta cautela pero al reconocer es escudo de los uniformes de los dos soldados que la acompañaban sus mentes se relajaron notablemente. Tenía una cierta ventaja eso de pertenecer a una raza de espionaje. Sus ojos se oscurecieron aún más a la luz del brillante sol de Datooine y cuando estuvieron los suficientemente cerca la muchacha extendió la mano ofreciendo la carta a uno de los hombres, el q iba medio paso por delante por lo que dedujo que sería el de mayor rango de los dos.

Tras unos segundos de silencio mientras leía la carta para sí observando a la chiquilla que tenía ante ella con cierto aire crítico asintió y con un breve "Sígame" ambos hombres se giraron hacia el interior del edificio que se encontraba detrás de ellos. Linn se giró un momento y con un movimiento de cabeza agradeció las molestias a sus dos acompañantes q volvieron a montar en la nave y se marcharon del lugar.

La muchacha apretó el paso para ser conducida hacia el piso inferior. Observaba a su alrededor la estructura del edificio con cierta curiosidad intentando memorizar el camino por el que se movían para evitar perderse más adelante. Esos mismos pasillos los recorrería varias veces o al menos eso suponía ella. Al final llegaron a una habitación, lo que sería su dormitorio.

-Puedes dejar sus pertenencias aquí. Dentro de unos minutos vendrá tu instructor para darte mas detalles de tu cometido aquí. Bienvenida -dijo el hombre haciéndose a un lado para que pudiera pasar al interior indicándole que entrase.

-Gracias, esperaré. -respondió con voz calmada despidiéndose de los hombros con una inclinación de cabeza en señal de respeto y agradecimiento.

Observó la habitación a medida q se introducía en ella. No era nada del otro mundo pero tenía todo lo necesario para ella. Un escritorio con una silla cerca de una ventana, una cama y una cómoda de varios cajones. Nada lujoso. Nada molesto. Colocó su bolsa de viaje sobre la cama y poco a poco fue vaciándola mientras colocaba la ropa que su madre le había empaquetado con cuidado en los cajones con pulcro orden. La caja que su madre le había dado la colocó con sumo cuidado sobre la cómoda y pasó los dedos por encima con gesto ausente. La extrañaría sobre todo a ella, su sonrisa, las conversaciones que tenían, su empeño por que se pusiera un vestido de vez en cuando, y su risa cuando por fin accedió a ponerse uno y se encontraba tan incómoda.

Entonces vió una flor solitaria en un jarrón de cristal colocado a la luz del sol que entraba por la ventana haciendo que los colores vibrasen con la luz. Se detuvo delante de la planta y la observó con curiosidad. Nunca había visto nada parecido en su planeta aunque sí muchas imágenes de distintos coloridos. Acarició con la yema de sus dedos los pétalos con aire distraído y suspiró levemente mirando a su alrededor una vez más. Guardó la bolsa de viaje en el último cajón que se encontraba vació y salió por la puerta de su habitación.

No podía quedarse sentada pues tenía las piernas entumecidas del viaje. Se apoyó en la pared con las manos a la espalda y las piernas cruzadas por el tobillo esperando. Pronto llegaría el hombre que se convertiría en su superior y al que debería prestar lealtad.

La chiquilla escuchó unos pasos venir por el pasillo a su derecha. Su mirada, antes fija en el paisaje que se extendía por fuera de la ventana que había delante de ella, se giró hacia el hombre que se acercaba a ella con expresión contrariada. Pudo ver sus ropas mientras se acercaba de reojo y dedujo que no era el superior que estaba esperando pero que le debía respeto. Su manera de moverse por los pasillos denotaba que había estado en esa academia por mucho tiempo.

Cerró los ojos instintivamente mientras el muchacho se acercaba a ella concentrándose en su mente y su estado de ánimo. Podía detectar contrariedad, confusión, curiosidad e incluso frustración en el arkaniano que se acercaba a ella. Cuando le tuvo a apenas un par de pasos la chiquilla levantó la cabeza anteriormente agachada y abrió sus ahora, oscuros ojos, para mirarle fíjamente separándose de la pared en posición erguida. Inclinó levemente la cabeza en señal de saludo y respeto.

-Buenos días, señor. Así es, espero a alguien -explicó de manera calmada casi automática con las manos a ambos lados de su cuerpo casi con posición militar, no podía evitar tensarse delante de un superior.

Al escuchar la frase "Hay algo extraño en ti" no reprimir que una ceja se levantara muy levemente por unos instantes casi imperceptibles pero al recordarse a sí misma que su raza no era demasiado conocida dió por sentado que se refería a eso. Volvió a presentar un semblante inescrutable esperando pacientemente a que la mente de su interlocutor se fuera calmando poco a poco.

-Mi nombre es Dubh Linn Daulatii -respondió a la pregunta de nuevo aunque suponía que no sería suficiente por lo que decidió alargar un poco más su explicación. -Acabo de llegar a la academia, desde mi planeta Umbaran, para formar parte de los Cuerpos de Servicio de la orden Jedi, señor. ¿Ocurre algo? -su mirada se fijaba en la suya sin poder evitar también preguntarse que quería aquel muchacho de ella.

La chiquilla observaba con la expresión seria a Mithrandir apoyarse en la pared de en frente. Luego giró la cabeza como si quisiera asegurarse que la suya seguía detrás de ella y volvió a su postura de relajación. Sabía que a veces sus interlocutores se ponían nerviosos si no estaban acostumbrados al lenguaje corporal utilizado por militares. Escuchó la pregunta que le formulaba el padawan y negó con la cabeza una sola vez, lentamente, como si meditara su respuesta.

-No, señor. No he ingresado en la academia para convertirme en Jedi. No creo tener las habilidades necesarias para dicho cometido. Mi padre me envió aquí, para servir a la orden como miembro de los Cuerpos de Servicio directamente -explicó de manera calmada, como si estuviera puesta a examen, pero relajando la tensión típica de un soldado que habla con su superior. -Me indicaron que esperara en esta habitación hasta recibir instrucciones.

La calma que empezaba a notar en el desconocido hacía que se contagiara de ella. Entonces recorrió con la vista el cuerpo de Mithrandir fijándose en el atuendo que llevaba deteniéndose momentáneamente en el sable láser que tenía en el cinturón y en las gafas que le resultaban curiosas.

-Es usted miembro de la orden? -preguntó con firmeza casi afirmando en lugar de preguntar.

La chiquilla le observó aún con más curiosidad cuando hubo descubierto su sable láser, apartando sus ropas para que la pudiera verla bien. No es q su semblante se alterase sino q más bien parecía que el brillo de sus ojos se intensificaba o no dependiendo del estado de ánimo de la Umbarana. Aún así su mirada era siempre fría, heredada de su raza sin poder evitarlo.

Entonces el brillo de esos oscuros ojos centelleó cuando el muchacho hubo hablado sobre su padre. Se acomodó las manos a su espalda arqueándola levemente. Ahora podía notar que pese a ser bastante más joven que el Padawan que tenía ante ella era casi de su misma altura cosa que le contrarió por un momento pero pasó el detalle por encima concentrándose en el rostro del Jedi.

-Mi padre se llama Egor Daulatii, es jefe de la seguridad de la nobleza de mi planeta y de la escolta de los miembros del senado. Tengo entendido q conoce a varios miembros de la orden pero no podría decirle mucho más pues no conozco los detalles -terminó con serenidad. Entonces tras las últimas palabras del Padawan la muchacha asintió de nuevo. -Le deseo suerte en su cometido de convertirse en Caballero, señor.

Entonces sus ojos se desviaron lentamente hasta posarse en el pasillo de su izquierda. Se escuchaban unos pasos firmes, el tacón de las botas se escuchaba dando contra el suelo. Pronto, Un hombre vestido con el uniforme de los cuerpos de servicio caminaba hacia ellos. La chiquilla antes de que siquiera este hombre apareciera se había separado de la pared tensando los músculos de su cuerpo y colocando sus brazos a ambos lados de su cuerpo esperando la llegada de su instructor.

Cuando este se hubo detenido pasando su mirada de la chiquilla que ahora se había girando hacia él en señal de respeto. Inclinó la cabeza en forma de saludo y se mantuvo espectante y firme esperando las órdenes q sospechaba que le traían.

-Señor, se presenta la soldado Dubh Linn Daulatii, a su servicio -dijo con voz firme con los ojos fijos en su superior como si no hubiera nada a su alrededor.

El instructor asintió satisfecho con la presentación de la joven recluta y la observó curvándose levemente la comisura de sus labios dejando ver que le gustaba que sus soldados fueran disciplinados.

-Soldado... -dijo a modo de saludo para luego fijar la mirada en el joven Padawan. No era muy común ver a Jedi por aquella zona y obviamente estaba algo extrañado. -Señor, deseaba algo?

La chiquilla observaba con la mirada fija en la de su superior girando levemente la cabeza para tener en su campo de visión al padawan también frunció muy levemente y por unos instantes el ceño al escuchar las palabras de Mithrandir. Memorizó mecánicamente el nombre de su superior como si lo hubiera grabado a fuego en su mente y se giró hacia el Padawan cuando le habló a ella.

-Claro -dijo escuetamente tras mirar al teniente y no encontrar ninguna contradicción en él salvo la confusión que podía leer en su expresión y su mente.

Se giró sobre sí misma y entró en la habitación cerrando la puerta detrás de sí contrariada por las palabras del padawan. No sabía exactamente que pasaba en ese momento y no entendí que tenía que tratar el arkaniano que ella no pudiera escuchar pero pensando que serían temas de mayor importancia volvió a replantear la situación desde su posición de soldado raso de ese momento. No era necesario para ella saberlo. Se dejó caer sobre su cama separando las piernas levemente con los pies bien plantados en el suelo. Apoyó los codos sobre sus muslos y entrelazó sus dedos inclinada hacia delante con la mirada ahora perdida mirando sin ver la flor de encima de su escritorio. Era una bella flor. Suspiró suavemente y esperó pacientemente.

Unos toques a su puerta la sacaron de sus pensamientos y se levantó con rapidez para abrirla mirando a los dos hombres que la esperaban aún un poco contrariada. Su expresión volvía a ser neutral aunque se la notaba perturbada por lo que podría pasar y las palabras del padawan no la tranquilizaron en absoluto. Escuchó sus palabras para luego mirar inquisitivamente a su teniente preguntándose si era un procedimiento habitual pero su rostro dejó claro q no era así en absoluto.

-Si es necesario y no hay ningún problema, teniente -dijo con voz serena con un suave y mínimo matiz de duda en su timbre. El teniente negó con la cabeza levemente aún con expresión contrariada dejando a la chiquilla deducir que sabía tanto o menos que ella. -Está bien, iré.

Ahora se giraba para encarar al padawan esperando que liderara la comitiva hacia donde fuera que tuvieran q ir para las pruebas que tenían que hacerle.

La chiquilla seguía de cerca al padawan que la guiaba por los pasillos de la Academia. Al principio marchaban en silencio, solo escuchándose los pasos de ambos en un ritmo bastante vivo. La chiquilla iba un paso por detrás prediciendo con facilidad los indicadores del cuerpo del arkaniano de q fuera a girar a derecha o izquierda cuando lo hacía.

Para ella el silencio que reinaba ahora en su situación no era incómodo. Estaba a gusto aunque miles de preguntas se formulaban en su cabeza era lo suficientemente paciente como para esperar a llegar a su destino donde alguna de ellas sería respondida en cuestión de segundos. Entonces la voz del hombre que la guiaba rompió el silencio haciendo que la chiquilla fijara su mirada en la pequeña porción de su rostro que veía manteniendo el ritmo dejando que él lo marcase.

Dejó que el muchacho hablara. Negaba levemente con la cabeza en respuesta a sus disculpas ya q no le parecía que fuera necesario pero tenía razón en que se encontraba bastante confusa. Cuando detectó el tono de pregunta de sus dos últimas frases la chiquilla adelantó levemente un par de zancadas y se colocó a su lado ahora para seguir con una conversación en una postura más cómoda.

-No tiene que disculparse, señor. Si cree que deben hacerme esas pruebas no tengo nada en su contra, confío en su buen criterio ya que creo q si no lo tuviera no sería padawan -dijo con tranquilidad mirando al arkaniano mientras ambos seguían caminando inconscientemente desacelerando el ritmo ya q se concentraban más en la conversación.

-Lamento decir que no se que es la fuerza ni los midiclorianos -terminó poniendo especial cuidado en reproducir la palabra lo más exactamente posible pues no la había escuchado en la vida. Frunció levemente el ceño esperando la explicación de Mithrandir.

La chiquilla observaba la contrariedad de Mithrandir cuando su cuerpo se tensó pocos instantes antes de q apareciera el maestro Jedi Mohamed. Su entrenamiento y su raza la habían preparado para detecar instintivamente a los que se acercaban sigilosamente pero no pudo saber de donde venía esa sensación de indomodidad hasta que el jedi estuvo al lado de los dos muchachos. Chasqueó la lengua sin poder evitarlo frunciendo el ceño levemente girando su cuerpo para estar frente a Mohamed aún completamente erguida en su altura y con cierta actitud defensiva. La umbarana sabía perfectamente que estaba a salvo en ese lugar pero sus instintos no la dejaban relajarse.

Escuchó las palabras del Maestro Jedi poniendo atención a su significado recordando a su padre y el código de honor que le había instaurado en su mente desde que tenía memoria. Sus ojos oscuros y fríos no se separaron del rostro del Maestro mientras hablaba en una fijación casi incómoda pero tenía esa costumbre cuando alguien tenía algo interesante que decirle, si estaba quieta ponía todos sus sentidos en comprender y matizar todo lo que se le decía, a veces podía ser incómodo para la otra persona.

-Gracias, Maestro. -decidió mencionar su rango ya que le parecía más respetuoso que utilizar la misma denominación que al resto de los presentes. Inclinó la cabeza y el cuerpo profundamente delante del Maestro Jedi. No le pareció necesario presentarse ya que Mithrandir había mencionado su nombre y le era innecesario repetir su nombre.

Sus ojos se fijaron en el arkaniano cuando él empezó a hablar y frunció de nuevo el ceño casi imperceptiblemene al escucharle mencionar de nuevo las pruebas a las que se vería sometida. Aunque la aprobación de Mohamed la tranquilizó soberanamente estaba algo impaciente por saber exactamente que era lo que pasaba con ella.

"Una perturbación en la Fuerza?" pensó para sí leyendo levemente la mente del padawan.

Ahora empezaba a darse cuenta de que la mente del Maestro Mohamed no era más que un leve murmullo que no llegaba a escuchar. Aquello no le agradaba en absoluto pero suponía que el maestro habría sido entrenado en cuerpo y mente para evitar intromisiones de ese tipo. Linn no lo hacía con maldad pero siempre le gustaba andar precavida. Tenía que serlo si quería sobrevivir en su planeta natal.

Cuando el joven padawan se hubo explicado la chiquilla volvió a mirar al maestro esperando una respuesta a sus palabras e intentando deducir cual era exactamente la relación entre ellos. Era demasiado... cálida, ese era el adjetivo que había estaba buscando, para que fuera algo normal entre jefe y subordinado. Volvió a inclinarse ante el maestro cuando se hubo dirigido a ella esbozando la mínima de las sonrisas al escucharle llamarla Linn, solo su madre lo había hecho con anterioridad y no podía evitar sentirse halagada y contenta cuando usaban ese nombre.

-Gracias de nuevo, Maestro. Espero ser de utilidad para la orden -respondió lentamente volviéndose a colocar en posición vertical con las manos pegadas a sus muslos en una impecable posición militar.

-Es afortunado de tener un superior como él. -dijo con tranquilidad girándose hacia el padawan tomándose la libetad de expresar su opinión intentando hacer que la relación entre ambos muchachos fuera un poco más cercana.

Ahora que conocía su nombre con expresión tranquila relajando levemente la tensión de su cuerpo mientras reanudaban la marcha hacia la enfermería. Cada vez tenía más curiosidad sobre cual era realmente su cometido en la Academia. Qué era lo que su padre sabía que no le había contado. Y su futuro cercano era tan oscuro como la noche más fría de Umbaran.

OFF: No me salteis perras!!! XDDDDD

La chiquilla siguió al padawan una vez hubo reanudado la marcha aunque a los pocos metros entraron en una sala que supuso la umbarana que sería la enfermería. El arkaniano señaló una camilla y Linn obedientemente se sentó con facilidad sobre ella colocando las manos sobre su regazo observando con curiosidad al jedi moviéndose por la habitación. En su mente el sonido de una palabra que había dicho Mithrandir aún resonaba.

"Familia..." repitió en su fuero interno volviendo a recordar los cálidos brazos de su madre apretándola aun sin demasiada fuerza.

Cruzó las piernas por los tobillos y entrelazó sus dedos intentando evitar mostrar el pequeño temor que nacía dentro de ella. No es q hubiera tenido malas experiencias con los procedimientos médicos, es q nunca le habían extraído sangre y el droide la ponía nerviosa. La mente de un ser vivo puede ser leída, se puede reaccionar anticipándose a sus acciones pero la de una máquina está programada y es un completo misterio. No le gustaba para nada aquella sensación de incertidumbre pero la calma y la expresión seria de Mithrandir la relajó notablemente.

Tras asentir al preguntarle por su raza sabía que ahora vendría la explicación que estaba esperando y las palabras del arkaniano la alejarían notablemente del resquemor que notaba cuando el droide se acercó a ella. Su cuerpo se tensó por un momento y sus ojos se fijaron en el lugar de donde había salido la voz para luego obedientemente y con voluntaria lentitud estiró dicho brazo tras subirse la manga de su uniforme.

Intencionadamente la muchacha calvó la mirada en las gafas del arkaniano intentando evitar concentrarse en su brazo derecho donde el frío roce del brazo articulado del droide ahora la tocaba e insertaba la aguja. Mantuvo la expresión calmada mientras escuchaba sus palabras asintiendo de vez en cuando mostrando atención y comprensión ante sus palabras pero agradeció la simplificación final de sus palabras. Observó sin poder evitar mostrar una leve sorpresa en forma de levantamiento de cejas al ver como la bandeja a su lado levitaba con parsimonia y volvía a colocarse en su sitio.

-Pero tengo una duda, señor. Dice que los Jedi son protectores de la paz y son más sensibles a la Fuerza que el resto de los seres. Por lo que tengo entendido siempre hay un equilibrio de fuerzas. Es que existe algún tipo de organización contraria a la Orden Jedi? -preguntó con cierta cautela. A veces sus preguntas no eran la adecuada pero las cosas a medio explicar nunca le habían gustado. Sabía a ciencia cierta que para que existiera luz debía existir oscuridad, y le daba la impresión de que la orden no era una excepción.

Escuchó su explicación sobre los midiclorianos frunciendo el ceño mirando el punto rojo donde la aguja se hubo introducido en ella imaginándose varias criaturas de formas diferentes nadando en un líquido rojo pero al momento sacudió levemente la cabeza y volvió a mirar al arkaniano. Cuando hubo terminado fijó su mirada en la máquina dodne había introducido su sangre mirando en la pantalla los números q cambiaban a una velocidad vertiginosa. Decidió no prestarle atención ya q no sabría leer el resultado y volvió a meditar sobre las palabras que acababa de decirle el padawan.

-Entonces si yo tuviera la capacidad de convertirme en Jedi, que ocurriría? -preguntó mirando al arkaniano con el ceño fruncido levemente sin saber que conllevaría el positivo o negativo del resultado de esa prueba. Qué consecuencias traería para ella. -Y si ya poseyera alguna de esas habilidades de las que hablas la Fuerza podría potenciarlas? -preguntó también pensando en las posibilidades.

Si resultara que fuese aceptada para ser entrenada y se convirtiera en un Jedi, podría ser lo suficientemente fuerte para regresar a su planeta y permitir a su padre descansar antes de tiempo. De pronto tenía prisa por saber el resultado. Sus ojos se volvieron hacia la máquina que soltó dos leves pitidos y fijó su vista en la pantalla aunque sin saber que ponía, para ella solo números y luces, por lo q miró a Mithrandir buscando la respuesta. Sin haberse dado cuenta se había inclinado hacia deante aferrándose con ambas manos a los bordes de la camilla, mirando a Mithrandir con expresión inquisitiva.

La chiquilla estaba inquieta sentada sobre la camilla esperando que el padawan resolviera la duda que la carcomía por dentro y que aún así sorprendía que estuviera tan interesada en saber el resultado. Todo el adiestramiento que había recibido para no dejarse llevar por la duda y la intriga ahora mismo parecía haber desaparecido en cambio su máscara de inexpresividad se mantenía impoluta.

Vió al padawan quitarse las gafas y con un leve gesto sus cejas se levantaron al ver los blancos ojos del arkaniano. Tenía la mirada fija en ellos como si hubiese estado hipnotizada por ellos y ladeó levemente la cabeza hacia un lado con curiosidad. Como podría ver el muchacho si no tenía pupila? Tarde o temprano le haría esa pregunta. Pero el tema de conversación que trataban le interesaba más que los ojos del padawan.

-No entiendo. Si se supone que los Sith, como has dicho, son la contrapartida de los Jedi, no sería mejor que los jóvenes aprendieran las técnicas y las armas de sus rivales? Enfrentarse a un enemigo del que no se conoce nada es practicamente un suicidio -respondió frunciendo el ceño levemente y arrugando suavemente la nariz hablando con voz más severa de lo normal sacando a relucir su entrenamiento.

Escuchó de nuevo las palabras de Mithrandir y poco a poco iba sintiendo algo de simpatía por el muchacho, cercanía por el interés que había tomado en ella y también gratitud por su actitud sincera y abierta. Giró la cabeza hacia la pantalla de nuevo y luego volvió a mirar al muchacho que ahora sonreía satisfecho consigo mismo y con que su corazonada fuera cierta. A Linn le gustaba estar en la mente del muchacho. Era la mente más pura, sincera y cambiante que hubiera leído nunca y agradecía el cambio.

-Si hay algo que pueda hacer para ayudar a decidirse al consejo dímelo -comentó la chiquilla mirando al muchacho sin poder evitar volver a entrar en su mente. Veía su aplomo y Linn estaba dispuesta a ayudarlo en todo lo que pudiera.

La muchacha se mantuvo atenta escuchando la respuesta del padawan a sus palabras. Le daba la razón e internamente le agradaba que eso ocurriera aunque no permitió que su mente divagara. Cuando le hubo hecha la pregunta que a esas alturas Linn no esperaba escuchar bajó de la camilla de un salto y se colocó su ropa con un deje que veía su corta edad y esbozó una leve sonrisa que solo fue una mínima curvatura en la comisura de su boca.

-Un poco tarde para preguntar eso, señor. Pero estoy contenta de que se tome tantas molestias conmigo. Sobre todo ya que acaba de conocerme. Estaré lista a la hora que ha indicado y estaré a la altura de la situación. No se preocupe - respondió con postura erguida pero un poco más relajada que la que estaba acostumbrada a usar normalmente. -Soy más resistente de lo q aparento.

A pesar de que había estado poco tiempo en compañía de ese muchacho las vibraciones que le transmitía a la Umbarana eran de calma y confianza. Era un cambio grato a la tensión y el odio agobiante al que estaba acostumbrada por lo que le gustaba estar en su compañía. Tras su afirmación tenía la sensación de q mañana las cosas serían muy distintas, de una manera u otra.