Conociendo a mi madre... [libre]

El viaje se le había hecho muy largo a Mithrandir. Largo y cansado. En parte se debía a que aquel transporte no era todo lo cómodo que cabía esperar, ya que no le sobraba el dinero precisamente. Debía ahorrar, ya que no sabía cuando podría conseguir algo más, por lo que no optó por un transporte menos lujoso y, en consecuencia más incómodo. De todos modos, nada podía mermar el deseo de aclarar todo aquello de Mith. Se pasó todo el viaje sentado, mirando al vacío mientras analizaba una y otra vez todos los datos que tenía hasta ahora.

Cuando llegó a Dantooine, el sol de la mañana le cegó momentáneamente, pero pronto calibró sus gafas para adaptarlo a él. En la misma estación se informó de cómo llegar a la Academia Jedi. Pensó que allí deberían tener registros de todos su miembros, en activo o no, por lo que parecía un buen lugar donde comenzar su investigación.

Su nave aterrizó en la pista para visitantes, y se acercó al registro, para buscar información de donde ir a continuación. Supuso que habría alguna biblioteca o archivos en aquel enorme complejo. Un Rodiano le atendió:

- ¿En qué puedo ayudarle, joven? - le preguntó.

- He venido buscando algunas respuestas - su dominio del idioma básico era impecable, pero hacía tiempo que no lo practicaba. Concretamente desde el último viaje con su padre. Se le hizo extraño. - Necesito acceder a los archivos de los Jedi, o cualquier tipo de registro donde pueda hallar información sobre un Jedi. - quizá fue demasiado brusco, pero no acostumbraba a alvergar tantas dudas en su mente, por lo que se encontraba algo susceptible.

Mithrandir se sobresaltó cuando aquel hombre se le acercó. Casi no lo había visto llegar y ahora estaba metiéndose en aquella conversación. Sin embargo, extrañamente, no le molestó aquella llegada. Quizá se debiera a la paz que rodeaba a aquel humano, o a su esperanza porque él pudiera ayudarle más que aquel especie de recepcionista.

Escuchó aquella historia que le contó con tremenda paciencia. Sus palabras parecieron tranquilizar aquel espíritu inquieto que lo había mantenido alerta desde que descubrió el cofre, y aquella sensación le gustó: por fin algo de paz en su turbada mente. Parece ser, según le dijo aquel señor, sólo podían acceder a los registros los Jedi. Ya había supuesto algo así. Sin embargo no tenía ninguna intención de ingresar en la orden, o al menos nunca se lo había planteado. Le gustaba las historias que su madre le contaba, pero de ahi a formar parte de ella... Sin embargo no perdía nada con seguirle e ir a ver al Consejo que había nombrado. Después de todo era la única opción que le quedaba, y no quería que su largo viaje haya sido en valde. Además, así podía disfrutar algo más de esa sensación de paz que emanaba de aquel, ¿Jedi?

- No creo que esté aquí para ingresar en la Academia, señor, no sé si valgo para el puesto. - tampoco quería asegurarlo. Pensándolo bien, y después de lo que su madre le había dejado escrito en la carta, puede que a esto se refiriera con "seguir los designios de la Fuerza" - De todos modos le acompañaré gustoso ante el Consejo. No tengo nada que perder con ello. - terminó, siendo todo lo sincero que pudo.


Tras esto, Mith siguió a aquel hombre a ver al Consejo. Nada más empezar a andar le surgió una pregunta. Era prácticamente absurda, ¿qué posibilidades había de que la conociera?:

- Disculpe señor. ¿Es usted Jedi? Nunca había visto a ninguno. - supuso que debía asegurarse. - Sería una tremenda casualidad pero, ¿conoció usted a mi madre? Se llamaba Atha-Cliath. - una vez más quizá fue demasiado brusco, e incluso maleducado, pero ansiaba saber la verdad más de lo que quería parecer educado.

-" No dejes que la duda te acompañe joven, la fuerza que posees en tu interior es inmensa, confia en la fuerza, ella te acompaña" - respondió Mohamed con un tono sereno y una leve sonrisa, prosiguio - "No te arrepentirás de conocer al Consejo, pero controla tus sentimientos y libera tu mente"- puntualizo con un tono serio.

Mithrandir escuchó sus palabras con paciencia. No era fácil hacer lo que le pedía. Controlar sus sentimientos era cosa fácil, no solía mostrarlos así como así. Pero liberar su mente iba a ser una tarea compleja, ya que estaba plagada de dudas.

Siguió escuchando a aquel hombre, como le contaba que si era un Jedi y que no conocía a su madre, tal y como esperaba. Pero lo que escuchó después le interesó bastante: "recientemente descubri mi pasado bloqueado gracias a una misión en mi mundo natal, gracias a la fuerza, conocí mis origenes y jure proteger la galaxia". Gracias a la Fuerza conoció sus orígenes.Sacó la carta de su bolsillo y aquella parte: "Espero que sepas escuchar los designios de la Fuerza". ¿A esto se refería su madre?

Mithrandir se limitó a contestar al Jedi asintiendo y mostrándole la mejor sonrisa que podía sacar en su estado, que no era gran cosa. Esperaba así que confiara en él: podía autocontrolarse. Sin más, siguió los pasos de aque hombre en silencio.