Transporte a Coruscant: Iniciando un camino
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Transporte a Coruscant: Iniciando un camino
por Kaltor Dom Sep 06, 2009 4:58 pm
Kaltor jugaba con un encapuchado un juego de Pazaak. Lo había conocido durante el viaje y todavía no se había sacado la gran capucha que tenía. Habían decidido jugar con las reglas del Senado Galáctico ya que faltaba poco tiempo para que el transporte llegué a la capital de la República y Kaltor empieze a armar de nuevo su jóven vida. Además, necesitaba cada crédito y no podía arriesgar a perderlos.
-Así que... Escapaste de donde venías.-decía el encapuchado mientras Kaltor que hacía de crupier, ponía una carta de su baraja crupier en la mesa del extraño que ocultaba su identidad.
- Por así decirlo, la verdad es que siento que ellos me dejaron que yo dejarlos a ellos- contestó Kai mientras ponía una carta de crupier en su mesa.
-Muchas veces uno se da cuenta que el lugar donde llama hogar no necesariamente es el más apropiado.
-Es verdad, las organizaciones grandes son solo para agobiarlo a uno.
Mientras jugaba al Pazaak con el desconocido, había podido desahogarse con algunos temas que le agobiaban por dentro, siempre sin decir que había sido de la orden Jedi, cualquiera podría pensar que quería ser un Sith pero el no deseaba seguir el camino de la egoísmo y del poder, no era lo suyo. El deseaba poder ayudar a la galaxia. Lo más probable es que el desconocido pensara que pertenecía a alguna banda de maleantes o algo así.
El transporte había arribado a Coruscant, Kaltor se despidió del desconocido y fue a buscar sus cosas. Kaltor desembarcó y contempló los altos edificios de la ciudad. Nunca habría pensado que existía un lugar así cuando era menor. Kaltor empezó a caminar entre el grupo de gente de todas las especies alienígeneas que pudieran haber mientras procesaba en su cabeza diversos planes de lo que debería de hacer.
-"Primero debo encontrar alojamiento... luego un lugar barato para comer... luego un..."- de golpe un grupo de cuatro seres: un humano, un rodiano, trandoshano y un gran le cortaban el paso.
-Si quieres salir vivo de aqui, entrega tus cosas de valor- le dice el humano
-¡¿Como?!- dijo Kaltor brúscamente
-¿Que no escuchaste? si no entregas tu créditos y otras cosas por las buenas, habrá que hacerlo por las malas...-dijo esto mientras amenazaba a Kai con un blaster.
Recién acababa de llegar a la capital y ya era asaltado ¿que podía ser peor?. Como último recurso tenía sus garras venenosas, pero sería una acción demasiada baja, desesperada y animal. Pero ¿que podía detenerlo de usarlas si su vida corría peligro?.
Sorpresivamente, detrás suyo aparecío el encapuchado sosteniéndo al parecer la empuñadura de un sable de luz.
Off: Como lo habrán adivinado, el encapuchado es el maestro gris, asi que pido ayuda para que alguien haga su rol.
-Así que... Escapaste de donde venías.-decía el encapuchado mientras Kaltor que hacía de crupier, ponía una carta de su baraja crupier en la mesa del extraño que ocultaba su identidad.
- Por así decirlo, la verdad es que siento que ellos me dejaron que yo dejarlos a ellos- contestó Kai mientras ponía una carta de crupier en su mesa.
-Muchas veces uno se da cuenta que el lugar donde llama hogar no necesariamente es el más apropiado.
-Es verdad, las organizaciones grandes son solo para agobiarlo a uno.
Mientras jugaba al Pazaak con el desconocido, había podido desahogarse con algunos temas que le agobiaban por dentro, siempre sin decir que había sido de la orden Jedi, cualquiera podría pensar que quería ser un Sith pero el no deseaba seguir el camino de la egoísmo y del poder, no era lo suyo. El deseaba poder ayudar a la galaxia. Lo más probable es que el desconocido pensara que pertenecía a alguna banda de maleantes o algo así.
El transporte había arribado a Coruscant, Kaltor se despidió del desconocido y fue a buscar sus cosas. Kaltor desembarcó y contempló los altos edificios de la ciudad. Nunca habría pensado que existía un lugar así cuando era menor. Kaltor empezó a caminar entre el grupo de gente de todas las especies alienígeneas que pudieran haber mientras procesaba en su cabeza diversos planes de lo que debería de hacer.
-"Primero debo encontrar alojamiento... luego un lugar barato para comer... luego un..."- de golpe un grupo de cuatro seres: un humano, un rodiano, trandoshano y un gran le cortaban el paso.
-Si quieres salir vivo de aqui, entrega tus cosas de valor- le dice el humano
-¡¿Como?!- dijo Kaltor brúscamente
-¿Que no escuchaste? si no entregas tu créditos y otras cosas por las buenas, habrá que hacerlo por las malas...-dijo esto mientras amenazaba a Kai con un blaster.
Recién acababa de llegar a la capital y ya era asaltado ¿que podía ser peor?. Como último recurso tenía sus garras venenosas, pero sería una acción demasiada baja, desesperada y animal. Pero ¿que podía detenerlo de usarlas si su vida corría peligro?.
Sorpresivamente, detrás suyo aparecío el encapuchado sosteniéndo al parecer la empuñadura de un sable de luz.
Off: Como lo habrán adivinado, el encapuchado es el maestro gris, asi que pido ayuda para que alguien haga su rol.
Kaltor- Sensible a la Fuerza
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Re: Transporte a Coruscant: Iniciando un camino
por La Fuerza Mar Sep 08, 2009 9:01 am
Aquel extraño encapuchado había sentido algo fuera de lo común cuando compartía partidas de Pazaak con aquel joven. Era una sensación inconfundible, pero que hacía tiempo que no nublaba su mente, por lo que aquello le sorprendió. Había pasado una temporada enfermo, donde algunos días la gravedad de sus dolencias le habían jugado algunas malas pasadas. Su mente se encontraba algo turbada, en consecuencia, y aquella sensación lo perturbó un poco. El desconocido sonrió levemente bajo su capucha al recordar como su estado mental actual habría significado alguna reprimenda por medio de sus instructores, pero eso quedaba muy atrás en el pasado.
La curiosidad innata de aquel hombre, potenciada por la nostalgia que le produjo aquellas emociones, lo promovió a seguir a aquel joven, dejando en un segundo plano, por el momento, aquello que le había traído hasta la capital de la República. No hubo andado mucho cuando, desde la prudencial distancia a la que seguía al muchacho, pudo observar como frente a él le salían al paso cuatro malhechores dispuestos a desvalijar sus bolsillos. No tenía pensado descubrir la mascarada de su espionaje tan pronto, pero no iba a dejar que aquellos sentimientos que volvían a brotar en él se truncaran con tal prontitud.
Quizá debido a la ya mencionada confusión de su mente, renqueante de aquella enfermedad, aquel sujeto se impacientó demasiado, sacando su sable con demasiada presura para un hombre cauto como era. No lo encendió sin embargo, pero lo sostuvo en su mano por ahora. No se fiaba demasiado de sus reflejos en aquel estado. Levantó su mano libre hacia ellos mientras se acercaba poco a poco a aquel grupo. Con un suave movimiento horizontal, el encapuchado usó la Fuerza que tanto conocía para intentar influir en el juicio de aquellos cuatro:
- No necesitáis nada de lo que el muchacho porta. - exhortó.
Rápidamente tres de aquellos maleantes: el humano, el gran y el trandoshano, se volvieron para retomar el camino de vuelta por donde vinieron. Sin embargo el rodiano, el cual resultó ser más lúcido que el resto de compañeros, no pareció afectarse por los poderes de aquel hombre. Pronto agarró a sus amigos, para convencerlos de quedarse, explicándoles que todo había sido un truco Jedi. El encapuchado se seguía acercando, de todos modos, por lo que el rodiano desenfundó su bláster con sorprendente velocidad, apuntando al hombre que se acercaba. Éste le arrebató el arma gracias a un veloz tirón telequinético, lo que pareció enfurecer aun más al rodiano, que no se aminaló:
- ¡Disparadle, joder! - ordenó el aparente cabecilla del grupo.
El extraño reaccionó con toda la rapidez que sus dolencias le permitieron, ejecutando un alto y largo salto hacia su izquierda, intentando que dispararan contra él y que el fuego no alcanzara al joven, que observaba todo aquello. En el aire encendió su sable, el cual resonó en el lugar, desplegando una fuerte luz anaranjada. Cuando cayó al suelo usó su noble arma para deflectar los tres primeros disparos que el resto de blasters realizaron. El habilidoso encapuchado redirigió aquellos disparos hacia su origen, con tres sutiles y delicados movimientos, haciendo que las tres armas se destruyeran en manos de sus dueños, cayendo en pedazos al suelo, inservibles. El sable se apagó y fue guardado de nuevo. Aquellos maleantes se miraron entre sí con cara de auténtico espanto, para acto seguido salir de allí, huyendo tan rápido como pudieron. El habilidoso hombre se acercó al joven, tosiendo bruscamente mientras lo hacía:
- ¿Está usted bien, joven? - se interesó, cuando llegó a su lado, dándole un par de golpecitos en la espalda.
La curiosidad innata de aquel hombre, potenciada por la nostalgia que le produjo aquellas emociones, lo promovió a seguir a aquel joven, dejando en un segundo plano, por el momento, aquello que le había traído hasta la capital de la República. No hubo andado mucho cuando, desde la prudencial distancia a la que seguía al muchacho, pudo observar como frente a él le salían al paso cuatro malhechores dispuestos a desvalijar sus bolsillos. No tenía pensado descubrir la mascarada de su espionaje tan pronto, pero no iba a dejar que aquellos sentimientos que volvían a brotar en él se truncaran con tal prontitud.
Quizá debido a la ya mencionada confusión de su mente, renqueante de aquella enfermedad, aquel sujeto se impacientó demasiado, sacando su sable con demasiada presura para un hombre cauto como era. No lo encendió sin embargo, pero lo sostuvo en su mano por ahora. No se fiaba demasiado de sus reflejos en aquel estado. Levantó su mano libre hacia ellos mientras se acercaba poco a poco a aquel grupo. Con un suave movimiento horizontal, el encapuchado usó la Fuerza que tanto conocía para intentar influir en el juicio de aquellos cuatro:
- No necesitáis nada de lo que el muchacho porta. - exhortó.
Rápidamente tres de aquellos maleantes: el humano, el gran y el trandoshano, se volvieron para retomar el camino de vuelta por donde vinieron. Sin embargo el rodiano, el cual resultó ser más lúcido que el resto de compañeros, no pareció afectarse por los poderes de aquel hombre. Pronto agarró a sus amigos, para convencerlos de quedarse, explicándoles que todo había sido un truco Jedi. El encapuchado se seguía acercando, de todos modos, por lo que el rodiano desenfundó su bláster con sorprendente velocidad, apuntando al hombre que se acercaba. Éste le arrebató el arma gracias a un veloz tirón telequinético, lo que pareció enfurecer aun más al rodiano, que no se aminaló:
- ¡Disparadle, joder! - ordenó el aparente cabecilla del grupo.
El extraño reaccionó con toda la rapidez que sus dolencias le permitieron, ejecutando un alto y largo salto hacia su izquierda, intentando que dispararan contra él y que el fuego no alcanzara al joven, que observaba todo aquello. En el aire encendió su sable, el cual resonó en el lugar, desplegando una fuerte luz anaranjada. Cuando cayó al suelo usó su noble arma para deflectar los tres primeros disparos que el resto de blasters realizaron. El habilidoso encapuchado redirigió aquellos disparos hacia su origen, con tres sutiles y delicados movimientos, haciendo que las tres armas se destruyeran en manos de sus dueños, cayendo en pedazos al suelo, inservibles. El sable se apagó y fue guardado de nuevo. Aquellos maleantes se miraron entre sí con cara de auténtico espanto, para acto seguido salir de allí, huyendo tan rápido como pudieron. El habilidoso hombre se acercó al joven, tosiendo bruscamente mientras lo hacía:
- ¿Está usted bien, joven? - se interesó, cuando llegó a su lado, dándole un par de golpecitos en la espalda.
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Re: Transporte a Coruscant: Iniciando un camino
por Kaltor Lun Sep 14, 2009 1:40 am
-Si... Estoy bien...- decía Kaltor todavía sobresaltado por lo que acababa de suceder.
No podía creer que el viajero con que había estado en el viaje era nada y más y nada menos que un Jedi y que el lo acababa de salvar.
El Jedi todavía tosía, desde el viaje parecía enfermo y dolido por una enfermedad que todavía el no había podido deducir. A pesar de su débil estado había podido rechazar a la banda de maleantes que había querido asaltarlo. ¿Que haría un Jedi aqui en Coruscant.
- Señor ¿está usted bien? Creo que debería llevarlo a un médico.
off: perdonen por la falta de tamaño del post, es que pienso que no debería de interpretar personalmente al Jedi debido a la falta de conocimiento sobre su situación, enfermedad, perosnalidad, etc.
No podía creer que el viajero con que había estado en el viaje era nada y más y nada menos que un Jedi y que el lo acababa de salvar.
El Jedi todavía tosía, desde el viaje parecía enfermo y dolido por una enfermedad que todavía el no había podido deducir. A pesar de su débil estado había podido rechazar a la banda de maleantes que había querido asaltarlo. ¿Que haría un Jedi aqui en Coruscant.
- Señor ¿está usted bien? Creo que debería llevarlo a un médico.
off: perdonen por la falta de tamaño del post, es que pienso que no debería de interpretar personalmente al Jedi debido a la falta de conocimiento sobre su situación, enfermedad, perosnalidad, etc.
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Re: Transporte a Coruscant: Iniciando un camino
por La Fuerza Mar Sep 15, 2009 4:43 am
El desconocido, tras escuchar la respuesta del muchacho, se echó un poco atrás y volvió a toser aparatosamente. Luego guardó su sable en su cinto de nuevo y se cubrió con su desgastada túnica, intentando resguardarse un poco del clima. El joven le preguntó si se encontraba bien a lo que reaccionó con una sonrisa que éste no pudo ver, pues su boca ahora estaba cubierta.
— Estoy bien, no hace falta que vayamos al hospital. — le tranquilizó el misterioso Jedi. — Es sólo una vieja afección cardíaca que me molesta de vez en cuando, no te preocupes.
Observó a aquel muchacho con curiosidad. Era bastante alto respecto a la media de sus congéneres, pero aun así el Jedi le sacaba al menos veinte centímetros. Parecía escrudiñar a aquel joven, pero su indagación parecía dejar lo superficial, internándose en el interior de aquel selkath. Parecía penetrarlo con la mirada, intentando buscar dentro de la mente del joven la confirmación de lo que sospechaba. Tras un minuto de incómodo silencio el extraño pareció llegar a una conclusión, pues sus ojos se iluminaron de repente.
— ¿Cómo te llamas, joven? — preguntó con interés. Cuando hubo respondido prosiguió: — Dime, ¿por qué no trataste de defenderte? — le inquisitó, dejando ver su cara y la sonrisa que en ella estaba dibujada al bajar de nuevo el cuello de su túnica.
Era obvio que, si el Jedi estaba en lo cierto, aquel muchacho podía haber hecho mucho más de lo que hizo. La Fuerza era especialmente intensa en él. Se asombraba que nadie antes lo hubiera notado, como parecía ser. Era bastante mayor para comenzar en la Academia Jedi, por lo que, o bien ningún explorador Jedi había dado con él y su potencial, o bien había recibido algún tipo de instrucción sobre la Fuerza. El misterioso Jedi estaba cada vez más intrigado.
— Estoy bien, no hace falta que vayamos al hospital. — le tranquilizó el misterioso Jedi. — Es sólo una vieja afección cardíaca que me molesta de vez en cuando, no te preocupes.
Observó a aquel muchacho con curiosidad. Era bastante alto respecto a la media de sus congéneres, pero aun así el Jedi le sacaba al menos veinte centímetros. Parecía escrudiñar a aquel joven, pero su indagación parecía dejar lo superficial, internándose en el interior de aquel selkath. Parecía penetrarlo con la mirada, intentando buscar dentro de la mente del joven la confirmación de lo que sospechaba. Tras un minuto de incómodo silencio el extraño pareció llegar a una conclusión, pues sus ojos se iluminaron de repente.
— ¿Cómo te llamas, joven? — preguntó con interés. Cuando hubo respondido prosiguió: — Dime, ¿por qué no trataste de defenderte? — le inquisitó, dejando ver su cara y la sonrisa que en ella estaba dibujada al bajar de nuevo el cuello de su túnica.
Era obvio que, si el Jedi estaba en lo cierto, aquel muchacho podía haber hecho mucho más de lo que hizo. La Fuerza era especialmente intensa en él. Se asombraba que nadie antes lo hubiera notado, como parecía ser. Era bastante mayor para comenzar en la Academia Jedi, por lo que, o bien ningún explorador Jedi había dado con él y su potencial, o bien había recibido algún tipo de instrucción sobre la Fuerza. El misterioso Jedi estaba cada vez más intrigado.
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Re: Transporte a Coruscant: Iniciando un camino
por Kaltor Miér Sep 16, 2009 4:05 am
Kaltor por fin tuvo la oportunidad de verle el rostro al encapuchado Jedi.
-Me llamo Kaltor, Kaltor Ondír- respondió el joven Selkath.
Luego el Jedi prosiguió a preguntarle por que no se había defendido.
-"Lo ha averiguado, debe de haber sentido mi sensibilidad a la Fuerza en el transporte”
Kaltor empezó a ordenar sus ideas, sabía que si le mentía, no serviría de nada. Tenía más que conocimiento de que cualquier sensible con experiencia podía leer los sentimientos de la gente a su alrededor. Lo más probable es que el Jedi tuviera muchas dudas que preguntarme.
Kaltor se sentó en una banca cercana y el Jedi se sentó al lado suyo mientras el empezaba a contar su historia. El Jedi no lo interrumpió en ningún momento.
-Podría haberme defendido, soy sensible a la Fuerza pero recién estoy aprendiendo a controlarla, puedo usar algo de telequinesis y el estilo Shii-cho pero no tengo un sable de luz. Pude haberme defendido de otra forma, los Selkath tienen garras retractiles ponzoñosas, pero usarlas es un acto de deshonra y locura, es entregarse a los instintos animales sin raciocinio.
Kaltor hizo una pausa antes de seguir.
-Como hablábamos en el transporte, me escapé de donde venía, me autoexilié de la Academia Jedi. No era más que un Younling cualquiera, recién había estado en la academia un año y por lo tanto no he podido construir un sable de luz propio. Como le de cía en el transporte, me sentí abandonado por ellos, traicionado, no era lo que pensaba al salir de Manaan. Me di cuenta que la Orden era demasiado estricta, te enseñaban a ser guardianas de la paz pero a cambio de perder tu “humanidad” como dicen. Tienes que ser fríos como piedras, sin poder vivir emociones normales para cualquier ser conciente, ya que eso es irse al Lado Oscuro según ellos. No puedes pensar y tomar decisiones por ti mismo, no puedes guiarte por lo que te dice el corazón. Creo que la filosofía Jedi esta bien, pero al ser una Orden, empieza a convertirse en un manual de reglas fastidiosas.
Kaltor después de otra pausa terminó de relatar su opinión.
-Se lo que va a decirme, que me estoy yendo a la senda del Lado Oscuro y va querer llevarme de vuelta a la Academia como Jedi que es usted para que me corrijan esta “indisciplina” que estoy haciendo. Pero escúcheme por favor, no siento que quiera ser poderoso o ganar más poder, o que la Orden quiera ponerme trabas como piensan muchos Sith. Quiero ayudar a la Galaxia como hacen ellos, defender al débil y cumplir los mandatos de la Fuerza, pero siento que no es adecuado el sistema de la Orden Jedi. ¿Acaso es malo hacer lo que uno piensa que es correcto, solo porque un grupo de privilegiados tiene el derecho de decidir lo correcto de lo incorrecto? Ahora me siento solo… solo en un mundo donde uno o es de los “buenos” pero aislados y sin voluntad propia, o eres un malvado que es egoísta y egocéntrico... siento que vivo en un mundo en donde no hay lugar para mí…- Kaltor terminó su opinión con una nota de tristeza en su tono de voz.
Kaltor dio un suspiro, esperando la sentencia del Jedi, de todas formas, desahogar su opinión sobre los Jedi y los Sith había aliviado una gran parte de su ser.
-Me llamo Kaltor, Kaltor Ondír- respondió el joven Selkath.
Luego el Jedi prosiguió a preguntarle por que no se había defendido.
-"Lo ha averiguado, debe de haber sentido mi sensibilidad a la Fuerza en el transporte”
Kaltor empezó a ordenar sus ideas, sabía que si le mentía, no serviría de nada. Tenía más que conocimiento de que cualquier sensible con experiencia podía leer los sentimientos de la gente a su alrededor. Lo más probable es que el Jedi tuviera muchas dudas que preguntarme.
Kaltor se sentó en una banca cercana y el Jedi se sentó al lado suyo mientras el empezaba a contar su historia. El Jedi no lo interrumpió en ningún momento.
-Podría haberme defendido, soy sensible a la Fuerza pero recién estoy aprendiendo a controlarla, puedo usar algo de telequinesis y el estilo Shii-cho pero no tengo un sable de luz. Pude haberme defendido de otra forma, los Selkath tienen garras retractiles ponzoñosas, pero usarlas es un acto de deshonra y locura, es entregarse a los instintos animales sin raciocinio.
Kaltor hizo una pausa antes de seguir.
-Como hablábamos en el transporte, me escapé de donde venía, me autoexilié de la Academia Jedi. No era más que un Younling cualquiera, recién había estado en la academia un año y por lo tanto no he podido construir un sable de luz propio. Como le de cía en el transporte, me sentí abandonado por ellos, traicionado, no era lo que pensaba al salir de Manaan. Me di cuenta que la Orden era demasiado estricta, te enseñaban a ser guardianas de la paz pero a cambio de perder tu “humanidad” como dicen. Tienes que ser fríos como piedras, sin poder vivir emociones normales para cualquier ser conciente, ya que eso es irse al Lado Oscuro según ellos. No puedes pensar y tomar decisiones por ti mismo, no puedes guiarte por lo que te dice el corazón. Creo que la filosofía Jedi esta bien, pero al ser una Orden, empieza a convertirse en un manual de reglas fastidiosas.
Kaltor después de otra pausa terminó de relatar su opinión.
-Se lo que va a decirme, que me estoy yendo a la senda del Lado Oscuro y va querer llevarme de vuelta a la Academia como Jedi que es usted para que me corrijan esta “indisciplina” que estoy haciendo. Pero escúcheme por favor, no siento que quiera ser poderoso o ganar más poder, o que la Orden quiera ponerme trabas como piensan muchos Sith. Quiero ayudar a la Galaxia como hacen ellos, defender al débil y cumplir los mandatos de la Fuerza, pero siento que no es adecuado el sistema de la Orden Jedi. ¿Acaso es malo hacer lo que uno piensa que es correcto, solo porque un grupo de privilegiados tiene el derecho de decidir lo correcto de lo incorrecto? Ahora me siento solo… solo en un mundo donde uno o es de los “buenos” pero aislados y sin voluntad propia, o eres un malvado que es egoísta y egocéntrico... siento que vivo en un mundo en donde no hay lugar para mí…- Kaltor terminó su opinión con una nota de tristeza en su tono de voz.
Kaltor dio un suspiro, esperando la sentencia del Jedi, de todas formas, desahogar su opinión sobre los Jedi y los Sith había aliviado una gran parte de su ser.
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Re: Transporte a Coruscant: Iniciando un camino
por La Fuerza Mar Sep 29, 2009 8:33 pm
La situación se desenvolvía apasiblemente tranquila, era esa sensación que generaba todo alrededor luego de una experiencia agitada, como si todo se retornace mucho mas tranquilo y armonioso. Sus musculos comenzaban a pesarle, la edad ya no le acompañaba y aquellos bosquejos de enfermedad comenzaban a ser un problema serio. Sin embargo su interés estaba enfocado en el joven Selkath, como quien se maravilla ante una nueva esperanza.
Lo escuchaba atentamente en cada afirmación, cada negativa, cada justificación a todo lo que englobaba su vida. Era un personaje sin duda peculiar, pues a pesar de su juventud había adquirido una capacidad crítica que muchos jedi experimentados envidiarían con demasía. ( Tan joven y ya tiene esas ideas ), meditaba el Jedi con semblante pasivo, imitando a un abuelo que evalúa la circunstancia de su ñieto. No quizo interrumpirlo en toda su charla por la sencilla razón de que cualquier hombre necesita expresarse, y aquél joven parecía no haberlo hecho durante muchisimo tiempo.
- Tranquilo joven Ondír. Lo que dices no falta a la verdad, pues se expresa desde adentro - Respondía el anciano con un aire protector y paternal poco visto en los Jedi. Era claro que aquel discurso le había conmovido, quizá por la famosa sensibilidad de la vejéz o simplemente porque veía en ese Selkath algo que le resultaba bastante familiar.
Su faz se encontró iluminada por unos pequeños rayos de Sol, ese famosa estrella que tan dificil era de hallar entre los interminables edificios de Coruscant. - Creo que aún sigo respondiendo al nombre de Elder Morkk, pero hace tanto que dejé de usarlo que ya me cuesta recordarlo - Exponía devolviéndole la confianza que le había depositado. Realmente no estaba seguro de si era ese su nombre, mas llegado al caso ¿Cual era la diferencia en llamarse de una u otra forma?. El diálogo proseguía - Existen en este mundo voluntades diversas y algunas muy impredecibles, pero esta claro que la tuya no escatima en libertad. Muchos sensibles a la Fuerza no tienen la oportunidad de plantearse el sentido de estas cosas, pues su camino ya esta designado desde cuando ni siquiera son concientes. Pero como bien has conocido, los extremos no llevan sino a un fanatismo ciego y deshumanizado - Relataba el viejo con una dulzura asemejable a la de un erudito de las montañas, hacía tiempo que no mantenía una converzación tan larga y profunda.
- Comprender que tu vida te pertenece solo a tí y a nadie mas es algo que se niega a menudo en estos polos fanáticos, y que no por ello estarías faltando a tu compromiso con ese don con el que naciste. Pude percibir tu sensibilidad incluso desde la lejanía, y esta no estaba bañada de un color maligno ni servicial - Continuaba con el mismo semblante paternal que le caracterizaba. - Sin embargo, la decisión esta siempre en uno y es éste el que debe luchar por su futuro, pues en este mundo diverso y oscuro, nadie te regalará una vida. ¿Qué futuro es el que buscas, joven Selkath?, ¿Qué es lo que mueve tus emociones? - Proponía el anciano haciendo especial incapié en las preguntas establecidas, con la certeza de crear en el joven sensible una autocrítica capaz de devenirle un camino al que seguir, una senda que caminar...
Lo escuchaba atentamente en cada afirmación, cada negativa, cada justificación a todo lo que englobaba su vida. Era un personaje sin duda peculiar, pues a pesar de su juventud había adquirido una capacidad crítica que muchos jedi experimentados envidiarían con demasía. ( Tan joven y ya tiene esas ideas ), meditaba el Jedi con semblante pasivo, imitando a un abuelo que evalúa la circunstancia de su ñieto. No quizo interrumpirlo en toda su charla por la sencilla razón de que cualquier hombre necesita expresarse, y aquél joven parecía no haberlo hecho durante muchisimo tiempo.
- Tranquilo joven Ondír. Lo que dices no falta a la verdad, pues se expresa desde adentro - Respondía el anciano con un aire protector y paternal poco visto en los Jedi. Era claro que aquel discurso le había conmovido, quizá por la famosa sensibilidad de la vejéz o simplemente porque veía en ese Selkath algo que le resultaba bastante familiar.
Su faz se encontró iluminada por unos pequeños rayos de Sol, ese famosa estrella que tan dificil era de hallar entre los interminables edificios de Coruscant. - Creo que aún sigo respondiendo al nombre de Elder Morkk, pero hace tanto que dejé de usarlo que ya me cuesta recordarlo - Exponía devolviéndole la confianza que le había depositado. Realmente no estaba seguro de si era ese su nombre, mas llegado al caso ¿Cual era la diferencia en llamarse de una u otra forma?. El diálogo proseguía - Existen en este mundo voluntades diversas y algunas muy impredecibles, pero esta claro que la tuya no escatima en libertad. Muchos sensibles a la Fuerza no tienen la oportunidad de plantearse el sentido de estas cosas, pues su camino ya esta designado desde cuando ni siquiera son concientes. Pero como bien has conocido, los extremos no llevan sino a un fanatismo ciego y deshumanizado - Relataba el viejo con una dulzura asemejable a la de un erudito de las montañas, hacía tiempo que no mantenía una converzación tan larga y profunda.
- Comprender que tu vida te pertenece solo a tí y a nadie mas es algo que se niega a menudo en estos polos fanáticos, y que no por ello estarías faltando a tu compromiso con ese don con el que naciste. Pude percibir tu sensibilidad incluso desde la lejanía, y esta no estaba bañada de un color maligno ni servicial - Continuaba con el mismo semblante paternal que le caracterizaba. - Sin embargo, la decisión esta siempre en uno y es éste el que debe luchar por su futuro, pues en este mundo diverso y oscuro, nadie te regalará una vida. ¿Qué futuro es el que buscas, joven Selkath?, ¿Qué es lo que mueve tus emociones? - Proponía el anciano haciendo especial incapié en las preguntas establecidas, con la certeza de crear en el joven sensible una autocrítica capaz de devenirle un camino al que seguir, una senda que caminar...
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