Ludwig von Rosenberg {Libre}

Nombre: Ludwig

Apellido: von Rosenberg

Especie: Humano

Edad: 22 años

Facción: Libre

Profesión: Contrabandista

Rango: Transportista

Descripción:

-Física; Atractivo y elegante. Tiene un porte más bien alto y una arrogancia que limita con sus educadas y elocuentes formas de expresarse. Lleva el pelo suelto, pero no se muestra rebelde en su cabeza, pues mantiene un cariz modélico; pelo lizo, marrón, y ligeramente extenso. Su piel está suavemente bronceada y los ojos ovalados en un gris líquido. Su contorno es modélico, sin llegar a lo escultural. Un tipo sano que ha sabido cuidarse desde siempre. No presente grandes marcas en su piel, pues prácticamente ha sido muy limpio en todas sus acciones. Puede creerse de él, que es un chaval muy meritorio y con un equilibrio felino. Técnico y de movimientos interesantes.

-Psicológica; A menudo tachado de arrogante y soberbio, pero es realmente un chico adorablemente sincero y bonachón. Siempre y cuando no le toquen la fibra moral, pues es arisco cuando toca serlo. Su educación es proveniente de que es buen observador y siempre le ha gustado estar en la escala social más alta, y para eso se prepara desde pequeño (según él). Su creatividad le precede. Siempre se ha divertido inventando historias y cuentos para sí mismos, debido a su poca sociabilidad con otros amigos. Al parecer era discriminado por ser demasiado fantasioso o avanzado para su propia edad, digamos más maduro que los de su quinta.

Atributos:

-Fuerza; 3

-Destreza; 4

-Sabiduría; 2

-Inteligencia; 3

-Carisma; 3

Habilidades:
-Sigilo.

Dotes:
-Competencia con Arma (Bláster).
-Disparo Rápido.

Equipo:

- Bláster Iones Pequeño Epra: Bláster de corto alcance y potencia reducida exportado por la compañía Epra, una de las principales comerciantes de armas del Borde Interior.
- Vestimenta: Elegantes ropajes en un blanco lunar, pulcra tela y formas extravagantes. Excelente moda que un día ganó en unas apuestas a las cartas.
- Objeto Personal: Baraja trucada profesionalmente. Las encontró en una mesa de un restaurante, pues alguien se las había olvidado por allí.
- Cinturón Epra: Cinturón de trabajo adaptado por la compañía Epra en el que se encuentran una serie de pequeños compartimentos donde se pueden guardar todo tipo de cosas.
-Créditos: 3000

Nave: (A LA ESPERA DE LA RESOLUCIÓN DE "ESPÍRITU SUPREMO").

- Nombre: El nombre al que responde su Nave.
Características: Las características principales que distinguen a su nave. Tengan en cuenta que en un principio solo partirán con una chatarra que apenas si les podrá llevar de planeta en planeta, pero no mucho mas. No tiene armas y un compartimento de carga muy chiquito en el que con 2 droides astromecánicos ya van apretados.
Clase: Transporte.
-Imagen y/o Descripción: Si disponen de alguna imagen genial, sino con una detallada descripción bastará para hacernos una idea.

Historia:

Hace no mucho tiempo, relativamente poco tiempo, se forjó en Alderaan un joven mortal, llamado a ser uno de los mayores contrabandistas de toda la historia. Ese era su sino, su “marca” desde su nacimiento. Y tendría un primer patrón a seguir, su hermano.

El muchacho siempre se mantuvo firme en unos ideales que nunca fueron ni tan siquiera similares a los de la República, y mucho menos el Imperio. Creció sumido en sus propios mundos, sus propias conclusiones. Era como un mundo hecho a su medida, creado por su propia mente. Muy risueño y creativo. Era un niño feliz con lo que tenía, a pesar de no tener prácticamente más que a su hermano mayor, Remi. Siempre se montaba sus propias “películas”, yendo de aquí para allá inventándose ser un contrabandista de la galaxia. Ese era su sueño desde que tenía uso de razón. Muchas noches, cuando no podía dormir, se la pasaba dibujando naves y planetas. Desde siempre, es que comprendió que su bando era la libertad y su libre albedrío.

Sus padres -de Alderaan- eran algo vetado para el chico, nunca pudo conocerlos. Pues fueron despojados de su tutela por una vida inapropiada. El padre era un tabernero que vendía una copa, y se bebí cuatro. Por otro lado, su madre, era una ludópata sin remedio. Le gustaba mucho apostar y despilfarrar los créditos que mínimamente ganaba su marido. Así fue como Remi, su hermano mayor, harto de tanta inmadurez se largó con su hermano pequeño, Ludwig. Se fue a vivir a Corellia.

Allí comenzaría su verdadero “entrenamiento”, como le gustaba llamar él a sus juegos de contrabandista aristócrata al que todos adoran; cuentos de niños. Su delirio por esa profesión rastrera era tanto, que montó una hilera de bloques y piedras en el garaje de su hogar de residencia, para simular estar en una nave: marcaba con tiza blanca todos los botones y de palanca usaba el mango de un destornillador. Todo un ingeniero. Tan obsesionado estaba que su hermano mayor tenía que bajarlo de las nubes en demasiadas ocasiones. Ciertamente era un niño encantador y educado. Jamás respondió mal a su hermano; al menos hasta la mayoría de edad que uno va cambiando un poco su mentalidad. Entonces comenzó a recriminar más las broncas de su hermano. Era la típica edad en la que todo te molesta y te sienta mal, pero nunca le perdería el respeto a Remi. A fin de cuentas él lo había criado en ausencia de sus padres. Y era la familia con la que podía contar en todo momento. Remi le enseñó como pilotar una nave: le enseñó todo lo que era la Astrogación, el uso del armamento acoplado a la nave, el manejo de pilotaje,... En definitiva, todo lo que tendría que saber un buen capitán de nave.

El hermano mayor de Ludwig se había agenciado una nave vieja pero cómoda. Sus ahorros familiares lograron la hazaña. Y era el sueño de Ludwig convertirse en un contrabandista; desde su infancia jugaba a serlo. Y es por tal, que su afán por ser uno de los mejores, lograría por determinar su propio futuro a corto plazo. A la edad de 22 años finalmente pudo lograr el primer paso. Ahora le quedaría toda una vida de viajes intergalácticos, saqueos, robos, blanqueo de capitales, etc...

Fue una noche de suerte para los dos hermanos. El joven tenía 22 años y se encontraba -como de costumbre- tonteando con las damiselas que pasaban a tomar algo en la barra. Era un bar limpio, muy pulcro y bien cuidado. Era una zona lujosa, a la que pudieron acceder después de ahorrar durante unas semanas. Las chicas adoraban a Ludwig, él era todo un casanova. Siempre llevaba su chaqueta blanca por sobre de sus hombros, mostrando un aporte galante por doquier. Mientras que su hermano, de 29 años, estaba metidísimo en una partida de sabacc. Llevaba ganando toda la noche, era su noche. Pocas noches le salían como aquel día. Fue estupendo. Dejó sin créditos hasta al “rey del sabacc” local, y éste, envidioso. Lo retó por última vez. Al no contar con créditos, se jugó su propia nave. Y claro, Remi volvería a ganar. Ludwig, atento con un ojo en las féminas y otro en las cartas, quedó asombrado. Y despidiéndose cortésmente de las dos mujeres que lo acompañaban en ese momento, procedió a felicitar a su hermano y darle un abrazo que casi lo mata de la asfixia.

Ya tenían su propia nave, y ya podrían viajar por el hiperespacio como siempre deseó, al menos, el joven de ellos.