Presentando a Linn al Consejo Jedi [Linn y Mith]
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Presentando a Linn al Consejo Jedi [Linn y Mith]
A la mañana siguiente, Mithrandir se pasó por los barracones de la Guardia Jedi, encontrando a Linn esperando frente a su puerta, tan puntual como él esperaba. El Consejo Jedi se había mostrado un tanto reacio a aquel encuentro, pero al enseñarles el padawan aquellas pruebas de midiclorianos accedieron a verla en persona, para poder evaluarla como es debido. Mith sonrió al llegar junto a la umabarana:
— ¿Lista? — preguntó. Tras escuchar la respuesta le advirtió: — Debes permanecer tranquila. Recuerda que los Maestros Jedis podrán sentir tus emociones aunque no las exteriorices.
Sin más, el arkaniano y la umbarana partieron hacia la sala del Consejo, que se encontraba casi en la otra punta del complejo. Caminaron en silencio, pues el padawan se mostraba frio y serio, concentrado en buscar las palabras correctas para que lograra conseguir que el Consejo comparta su visión. Al llegar frente a las magestuosas puertas de la Sala del Consejo, Mith se detuvo un segundo y posando su mano sobre el hombre de Linn le dijo:
— Aguarda aquí un segundo. Entraré y me presentaré, tras lo cual te haré una señal para que entres. — le indicó el arkaniano.
Tras haber comprobado que la joven Linn comprendió sus instrucciones, Mith abrió las puertas de la Sala y penetró en ella con paso decidido. Se colocó en la mitad de ésta y agachó la mirada en forma de respeto. Era la primera vez que estaba en aquella estancia sin la compañía de Larbi, y eso le hizo llegar una oleada de sensaciones, entre nerviosismo, algo de miedo o respeto, junto con un poco de orgullo.
— El Padawan Mithrandir Dulainn se presenta, Maestros. — se presentó, haciendo una leve reverencia con la parte superior del cuerpo. — Como acordé con ustedes ayer, me hallo aquí para presentarles a la joven Dubh Linn Daulatii. — tras una pequeña pausa, hizo entrar a la umbarana. — Linn, por favor. — le dijo mientras le hacía un ademán con la mano indicándole que entrara. Cuando se econtraba junto a él prosiguió: — Como podréis comprobar la Fuerza es bastante intensa en ella, Maestros. Sé que es demasiado mayor para ser aceptada en la Academia, pero dado los datos de las pruebas espero que se pueda hacer una excepción. — Mithrandir se puso serio y se concentró por un segundo, pues lo que iba a decir a continuación no era demasiado ortodoxo, y debía cuidar sus palabras. — Si me lo permiten podría ayudar en sus estudios, para facilitar la tarea de los profesores, y cuando alcance el rango de Caballero sería un honor acogerla como mi Aprendiz. Aun así, vuestra sabiduría es inconmensurable, por lo que acataré cualquier decisión vuestra. — concluyó Mith, con otra pequeña reverencia con la cabeza, esperando no haber sido demasiado osado.
El joven padawan agachó la mirada que había estado recorriendo los ojos de los Maestros Jedis allí presentes. Recordó de repente que no había dicho nada a Linn de eso último, por lo que miró a la umbarana de reojo para apreciar la reacción a sus palabras. El lazo que los unía era extrañamente intenso, al menos por parte del arkaniano. Haber descubierto algo así por sí sólo le hacía enorgullecerse de sí mismo, y aquel hito en el conocimiento de la Fuerza se hacia real en la persona de Linn, por lo que el afecto que comenzaba a tenerle era más que patente.
— ¿Lista? — preguntó. Tras escuchar la respuesta le advirtió: — Debes permanecer tranquila. Recuerda que los Maestros Jedis podrán sentir tus emociones aunque no las exteriorices.
Sin más, el arkaniano y la umbarana partieron hacia la sala del Consejo, que se encontraba casi en la otra punta del complejo. Caminaron en silencio, pues el padawan se mostraba frio y serio, concentrado en buscar las palabras correctas para que lograra conseguir que el Consejo comparta su visión. Al llegar frente a las magestuosas puertas de la Sala del Consejo, Mith se detuvo un segundo y posando su mano sobre el hombre de Linn le dijo:
— Aguarda aquí un segundo. Entraré y me presentaré, tras lo cual te haré una señal para que entres. — le indicó el arkaniano.
Tras haber comprobado que la joven Linn comprendió sus instrucciones, Mith abrió las puertas de la Sala y penetró en ella con paso decidido. Se colocó en la mitad de ésta y agachó la mirada en forma de respeto. Era la primera vez que estaba en aquella estancia sin la compañía de Larbi, y eso le hizo llegar una oleada de sensaciones, entre nerviosismo, algo de miedo o respeto, junto con un poco de orgullo.
— El Padawan Mithrandir Dulainn se presenta, Maestros. — se presentó, haciendo una leve reverencia con la parte superior del cuerpo. — Como acordé con ustedes ayer, me hallo aquí para presentarles a la joven Dubh Linn Daulatii. — tras una pequeña pausa, hizo entrar a la umbarana. — Linn, por favor. — le dijo mientras le hacía un ademán con la mano indicándole que entrara. Cuando se econtraba junto a él prosiguió: — Como podréis comprobar la Fuerza es bastante intensa en ella, Maestros. Sé que es demasiado mayor para ser aceptada en la Academia, pero dado los datos de las pruebas espero que se pueda hacer una excepción. — Mithrandir se puso serio y se concentró por un segundo, pues lo que iba a decir a continuación no era demasiado ortodoxo, y debía cuidar sus palabras. — Si me lo permiten podría ayudar en sus estudios, para facilitar la tarea de los profesores, y cuando alcance el rango de Caballero sería un honor acogerla como mi Aprendiz. Aun así, vuestra sabiduría es inconmensurable, por lo que acataré cualquier decisión vuestra. — concluyó Mith, con otra pequeña reverencia con la cabeza, esperando no haber sido demasiado osado.
El joven padawan agachó la mirada que había estado recorriendo los ojos de los Maestros Jedis allí presentes. Recordó de repente que no había dicho nada a Linn de eso último, por lo que miró a la umbarana de reojo para apreciar la reacción a sus palabras. El lazo que los unía era extrañamente intenso, al menos por parte del arkaniano. Haber descubierto algo así por sí sólo le hacía enorgullecerse de sí mismo, y aquel hito en el conocimiento de la Fuerza se hacia real en la persona de Linn, por lo que el afecto que comenzaba a tenerle era más que patente.
Última edición por Mithrandir el Lun Oct 12, 2009 2:43 am, editado 1 vez
Mithrandir- Caballero Jedi
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Re: Presentando a Linn al Consejo Jedi [Linn y Mith]
La joven umbarana había seguido al pie de la letra las instrucciones del padawan Mithrandir. Se había levantado temprano buscado las ropas más formales que tenía, un uniforme arreglado por su madre que daba un aspecto más neutral al quitarle las insignias de las fuerzas del planeta Umbaran. y había esperado en la puerta de su habitación.
No habían trascurrido ni cinco minutos cuando el arkaniano se hubo reunido con ella y le intentó devolver la sonrisa que este tenía en el rostro aunque le resultase muy complicado y tan solo moviera la comisura izquierda de su boca muy levemente.
-Sí, señor. Entiendo, controlaré mis sentimientos durante la reunión -respondió con seguridad pues no era la primera vez que tenía que hacer algo de aquella índole pese a desde que había conocido al arkaniano su caparazón se le antojara más endeble de lo que en su planeta natal lo fuera.
Ambos se detuvieron delante de las puertas de la sala del consejo y Linn sintió una punzada de nerviosismo en su abdómen que acalló al apretar sus músculos con fuerza. La tela que llevaba crugió bajo ese movimiento. La respuesta a las instrucciones de Mithrandir fue un escueto asentimiento y le observó entrar en por las puertas manteniendo ella una postura firme.
Aunque no era lo normal a la umbarana le resultaba más sencillo relajarse en esa postura tensa de su cuerpo. Cerró los ojos y exhaló un par de veces aire al tiempo que notaba como poco a poco los músculos que se mantenían tensos dejaban de dar aspecto de estar agarrotados para formar las líneas rectas de una posición militar.
Al escuchar su nombre la joven umbarana cruzó las puertas de la sala del consejo y se colocó a un paso por detrás del Padawan permitiéndole mantener el protagonismo de la escena. Saludó al consejo con una reverencia y mantuvo la expresión serena y calmada. Sentía como aquellos hombres la evaluaban y a pesar de que se sentía levemente desprotegida no usó el don de su raza en ningún momento. Se mantuvo completamente quieta, controlando la respiración. Y se sorprendió al notar que aunque se sentía abrumada por la patente sabiduría que reinaba en esa sala no se sentía tan nerviosa como cuando su padre la observaba tan de cerca como ellos. Una vez más le tuvo que agradecer que la preparara para tantas situaciones sin que ella siquiera fuera consciente de ello.
Escuchó las palabras de Mithrandir y le sorprendió, aunque no lo mostrara exteriormente, que se ofreciera para ser su tutor sin siquiera conocerla como era debido. Se sentía agradecida y el respeto y el... afecto? Que empezaba a sentir por el arkaniano como superior y como compañero la terminó por tranquilizar. Cuando le vió mirarla esperando una respuesta a sus palabras la umbarana cruzó la mirada con él dándole a entender que estaba de acuerdo con sus intenciones y que las aceptaba. Ahora solo quedaba que el consejo aceptara la propuesta.
No habían trascurrido ni cinco minutos cuando el arkaniano se hubo reunido con ella y le intentó devolver la sonrisa que este tenía en el rostro aunque le resultase muy complicado y tan solo moviera la comisura izquierda de su boca muy levemente.
-Sí, señor. Entiendo, controlaré mis sentimientos durante la reunión -respondió con seguridad pues no era la primera vez que tenía que hacer algo de aquella índole pese a desde que había conocido al arkaniano su caparazón se le antojara más endeble de lo que en su planeta natal lo fuera.
Ambos se detuvieron delante de las puertas de la sala del consejo y Linn sintió una punzada de nerviosismo en su abdómen que acalló al apretar sus músculos con fuerza. La tela que llevaba crugió bajo ese movimiento. La respuesta a las instrucciones de Mithrandir fue un escueto asentimiento y le observó entrar en por las puertas manteniendo ella una postura firme.
Aunque no era lo normal a la umbarana le resultaba más sencillo relajarse en esa postura tensa de su cuerpo. Cerró los ojos y exhaló un par de veces aire al tiempo que notaba como poco a poco los músculos que se mantenían tensos dejaban de dar aspecto de estar agarrotados para formar las líneas rectas de una posición militar.
Al escuchar su nombre la joven umbarana cruzó las puertas de la sala del consejo y se colocó a un paso por detrás del Padawan permitiéndole mantener el protagonismo de la escena. Saludó al consejo con una reverencia y mantuvo la expresión serena y calmada. Sentía como aquellos hombres la evaluaban y a pesar de que se sentía levemente desprotegida no usó el don de su raza en ningún momento. Se mantuvo completamente quieta, controlando la respiración. Y se sorprendió al notar que aunque se sentía abrumada por la patente sabiduría que reinaba en esa sala no se sentía tan nerviosa como cuando su padre la observaba tan de cerca como ellos. Una vez más le tuvo que agradecer que la preparara para tantas situaciones sin que ella siquiera fuera consciente de ello.
Escuchó las palabras de Mithrandir y le sorprendió, aunque no lo mostrara exteriormente, que se ofreciera para ser su tutor sin siquiera conocerla como era debido. Se sentía agradecida y el respeto y el... afecto? Que empezaba a sentir por el arkaniano como superior y como compañero la terminó por tranquilizar. Cuando le vió mirarla esperando una respuesta a sus palabras la umbarana cruzó la mirada con él dándole a entender que estaba de acuerdo con sus intenciones y que las aceptaba. Ahora solo quedaba que el consejo aceptara la propuesta.
Dubh Linn- Younling
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Re: Presentando a Linn al Consejo Jedi [Linn y Mith]
[Enclave Jedi - Exteriores de la Cámara del Consejo – 15 minutos estándar antes de la reunión]
El alba se había extinguido. Su manto de frío azul se difumina y pierde, etéreo, translúcido bajo el dorado y creciente manto solar. El día ya había comenzado.
Los minutos avanzan indetenibles como la progresión solar. Su cálido manto cobija la pétrea estructura del Templo, irradiados de aquel dorado, fortificación que sale a relucir y se alza majestuosa en los campos de Dantooine.
Las entramadas suelas en sus botas resuenan, se adhieren y afirman a aquellos hexágonos de piedra rojiza que adornan el ingreso y salen a su paso a puertas del Santuario Jedi. Grácil, como si tuviese vida propia, el largo manto café que recubre su vestimenta dibuja formas ondeándose por la suave brisa de viento. Finalmente, la Maestra Galia había llegado a aquella reunión establecida.
[Enclave Jedi - Interior de la Cámara del Consejo]
La hora señalada había llegado finalmente. El interior de aquella Cámara yace en calma, en silencio, irradiada por la serena aura que mana de los Maestros Jedi ahí presentes.
La luz busca su ingreso. Se hace presente por la vítrea cúpula del techo dejando pasar el haz solar que bajo su cálido tono daba la cálida y tranquila sensación en su interior.
Los asientos de los miembros de aquel Consejo se alzan uno junto a otro, adyacentes aquellos 12, forjaban entre si una semi circunferencia perfecta en cuyo centro se ubicarían los exponentes de cada tema a tratar.
El Maestro Shoota encabeza la Orden. Su sabiduría sale a relucir dejando que aquel manto de paz irradie de su arrugada fisonomía.
Dos asientos hacia la derecha, el líder de la Orden era flanqueado por la Maestra Aayla Secura, fémina Twi’lek convocada al Consejo por su sobresaliente en las pruebas hacia los iniciados y su experiencia en ello.
La Maestra Galia, última en llegar al recinto, yace sentada en el flanco opuesto a la Twi’lek Jedi. A su derecha, el brillo azulado de los rayos de luz forjan la imagen tridimensional del Maestro Jedi Whipid, quien custodia la cueva de cristales, a través de un holograma.
Aquellos cuatro Maestros Jedi asienten en respetuoso gesto al Padawan que se presenta. Un gesto al unísono tras el cual los Jedi escuchan las palabras de aquel Arcaniano. La mente de aquellos cuatro yace en calma, en una perfecta armonía tras el respetuoso silencio en que analizan cada gesto y acción de aquel Padawan.
Más aún ante la presencia de la joven sobre quien se cierne el asunto a tratar. Uno a uno los Jedi depositan su vista en ella, un tranquilo mirar que no pretende incomodar tras aquella analítica atención.
Sus manos, sus gestos, la mirada inocentemente cómplice que comparte con el Padawan que la presenta; cada gesto conciente o inconciente parecía ser analizado.
— Padawan… — Acotó el Maestro Shoota tras aclarar su garganta con levedad. Propio y sutil gesto aunado al leve mover de su mano derecho, extremidad que se alza unos centímetros con lentitud tras dejar el asa de la silla sobre la que reposaba. Toma la palabra tras la exposición del Arkaniano, sobre quien caen las miradas de los Jedi evaluadores.
Segundos de silencio, tras cual el Jedi finalmente prosigue.
— Déjenos un momento a solas con la joven. Será requerido nuevamente por el Consejo tras nuestra decisión. —
Sus palabras son adornadas por aquel tono calmo y sereno en que se expresa el Jedi de formación más tradicional.
— Te avisaremos cuando todo termine, descuida. — La Twi’lek interviene con tranquilidad. Su grácil carácter no la apega a la tradicional formalidad, buscando siempre sonar amable a fin de infundir algo de calma en lo serio que puede sonar la metodología tradicional.
Las puertas se habían abierto, permitiendo al Padawan retirarse, volviéndose a cerrar tras la partida de este. La mirada de aquellos cuatro recae una vez más en la joven, pudiendo parecer tensa la situación mas es erradicada dicha tensión por el ligero sonreír respetuoso que aquellos cuatro muestran en si. Su tranquilizadora energía armonizaba entre sí, percibiendo con ella el aura de la joven.
— Acércate, no temas. — La Maestra Galia muestra un calmo gesto también en sus palabras.
— Dubb Lin Daulatii, ¿cierto? — El Maestro Shoota retoma la palabra mientras los Jedi restantes prosiguen su silencioso análisis. — ¿Eres conciente de la situación y el camino que quieres seguir? —
Un momento de silencio fue otorgado a la joven, momento tras el cual los tres Jedi restantes intervinieron en orden, siendo la Maestra Galia la primera en hablar, y el Maestro Whipid el último.
— El camino de un Jedi no es algo sencillo, en sus hombros yace más que proteger a la galaxia. El bienestar del universo está por sobre el propio, un Jedi debe dejar su conexión con su “mundo anterior”. —
— Los lazos se cortan para evitar caer en la tentación de las emociones desbordadas. Un Jedi es un puente entre la Fuerza y el universo, y para lograr su perfecta armonía, la mente de un Jedi debe estar libre de dudas, de temores, de lazos emocionales más allá del apego personal. —
— Es por ello que no es fácil, no todos los seres pueden dejar atrás todo ello y forjar un compromiso de esa magnitud. —
— ¿Tienes alguna duda en ti? — El Maestro Shoota vuelve a intervenir, dejando la palabra a la joven tras la breve explicación que cada Jedi hizo. Percibiendo el interior de la joven, cada Jedi podía percibir sus emociones y temores posibles, mas aquella pregunta instaba a la sinceridad de la joven.
El alba se había extinguido. Su manto de frío azul se difumina y pierde, etéreo, translúcido bajo el dorado y creciente manto solar. El día ya había comenzado.
Los minutos avanzan indetenibles como la progresión solar. Su cálido manto cobija la pétrea estructura del Templo, irradiados de aquel dorado, fortificación que sale a relucir y se alza majestuosa en los campos de Dantooine.
Las entramadas suelas en sus botas resuenan, se adhieren y afirman a aquellos hexágonos de piedra rojiza que adornan el ingreso y salen a su paso a puertas del Santuario Jedi. Grácil, como si tuviese vida propia, el largo manto café que recubre su vestimenta dibuja formas ondeándose por la suave brisa de viento. Finalmente, la Maestra Galia había llegado a aquella reunión establecida.
[Enclave Jedi - Interior de la Cámara del Consejo]
La hora señalada había llegado finalmente. El interior de aquella Cámara yace en calma, en silencio, irradiada por la serena aura que mana de los Maestros Jedi ahí presentes.
La luz busca su ingreso. Se hace presente por la vítrea cúpula del techo dejando pasar el haz solar que bajo su cálido tono daba la cálida y tranquila sensación en su interior.
Los asientos de los miembros de aquel Consejo se alzan uno junto a otro, adyacentes aquellos 12, forjaban entre si una semi circunferencia perfecta en cuyo centro se ubicarían los exponentes de cada tema a tratar.
El Maestro Shoota encabeza la Orden. Su sabiduría sale a relucir dejando que aquel manto de paz irradie de su arrugada fisonomía.
Dos asientos hacia la derecha, el líder de la Orden era flanqueado por la Maestra Aayla Secura, fémina Twi’lek convocada al Consejo por su sobresaliente en las pruebas hacia los iniciados y su experiencia en ello.
La Maestra Galia, última en llegar al recinto, yace sentada en el flanco opuesto a la Twi’lek Jedi. A su derecha, el brillo azulado de los rayos de luz forjan la imagen tridimensional del Maestro Jedi Whipid, quien custodia la cueva de cristales, a través de un holograma.
Aquellos cuatro Maestros Jedi asienten en respetuoso gesto al Padawan que se presenta. Un gesto al unísono tras el cual los Jedi escuchan las palabras de aquel Arcaniano. La mente de aquellos cuatro yace en calma, en una perfecta armonía tras el respetuoso silencio en que analizan cada gesto y acción de aquel Padawan.
Más aún ante la presencia de la joven sobre quien se cierne el asunto a tratar. Uno a uno los Jedi depositan su vista en ella, un tranquilo mirar que no pretende incomodar tras aquella analítica atención.
Sus manos, sus gestos, la mirada inocentemente cómplice que comparte con el Padawan que la presenta; cada gesto conciente o inconciente parecía ser analizado.
— Padawan… — Acotó el Maestro Shoota tras aclarar su garganta con levedad. Propio y sutil gesto aunado al leve mover de su mano derecho, extremidad que se alza unos centímetros con lentitud tras dejar el asa de la silla sobre la que reposaba. Toma la palabra tras la exposición del Arkaniano, sobre quien caen las miradas de los Jedi evaluadores.
Segundos de silencio, tras cual el Jedi finalmente prosigue.
— Déjenos un momento a solas con la joven. Será requerido nuevamente por el Consejo tras nuestra decisión. —
Sus palabras son adornadas por aquel tono calmo y sereno en que se expresa el Jedi de formación más tradicional.
— Te avisaremos cuando todo termine, descuida. — La Twi’lek interviene con tranquilidad. Su grácil carácter no la apega a la tradicional formalidad, buscando siempre sonar amable a fin de infundir algo de calma en lo serio que puede sonar la metodología tradicional.
Las puertas se habían abierto, permitiendo al Padawan retirarse, volviéndose a cerrar tras la partida de este. La mirada de aquellos cuatro recae una vez más en la joven, pudiendo parecer tensa la situación mas es erradicada dicha tensión por el ligero sonreír respetuoso que aquellos cuatro muestran en si. Su tranquilizadora energía armonizaba entre sí, percibiendo con ella el aura de la joven.
— Acércate, no temas. — La Maestra Galia muestra un calmo gesto también en sus palabras.
— Dubb Lin Daulatii, ¿cierto? — El Maestro Shoota retoma la palabra mientras los Jedi restantes prosiguen su silencioso análisis. — ¿Eres conciente de la situación y el camino que quieres seguir? —
Un momento de silencio fue otorgado a la joven, momento tras el cual los tres Jedi restantes intervinieron en orden, siendo la Maestra Galia la primera en hablar, y el Maestro Whipid el último.
— El camino de un Jedi no es algo sencillo, en sus hombros yace más que proteger a la galaxia. El bienestar del universo está por sobre el propio, un Jedi debe dejar su conexión con su “mundo anterior”. —
— Los lazos se cortan para evitar caer en la tentación de las emociones desbordadas. Un Jedi es un puente entre la Fuerza y el universo, y para lograr su perfecta armonía, la mente de un Jedi debe estar libre de dudas, de temores, de lazos emocionales más allá del apego personal. —
— Es por ello que no es fácil, no todos los seres pueden dejar atrás todo ello y forjar un compromiso de esa magnitud. —
— ¿Tienes alguna duda en ti? — El Maestro Shoota vuelve a intervenir, dejando la palabra a la joven tras la breve explicación que cada Jedi hizo. Percibiendo el interior de la joven, cada Jedi podía percibir sus emociones y temores posibles, mas aquella pregunta instaba a la sinceridad de la joven.
Fuerza Luminosa- Narrador/GM
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Re: Presentando a Linn al Consejo Jedi [Linn y Mith]
Como Mith esperaba, Linn cooperó con él y siguió sus instrucciones. Ya con ambos frente a los Maestros Jedis que formaban el Consejo, el padawan pudo calmar su mente gracias al fuerte halo de paz que radiaban aquellos sabios seres y que envolvía cada rincón de aquella sala. Los Maestros escucharon las palabras de Mith con la paciencia y vehemencia que les caracterizaban.
Tras la comparecencia del arkaniano, el Maestro Shoota, máximo dirigente del Consejo, tomó la palabra. Fue escueto y directo en sus palabras, como de costumbre, pero esta vez lo que dijo contrarió un poco al joven padawan. El ceño fruncido se dejó entrever tras sus extrañas gafas, aunque la Maestra Aayla Secura pareció sentir aquel pensamiento de Mith y no tardó en interrumpir:
— Te avisaremos cuando todo termine, descuida. — La Twi’lek interviene con tranquilidad. Su grácil carácter no la apega a la tradicional formalidad, buscando siempre sonar amable a fin de infundir algo de calma en lo serio que puede sonar la metodología tradicional.
— Como ustedes ordenen, Maestros. — dijo Mith, relajando su expresión y aceptando aquello. Le gustaría haberse quedado para debatir la posible decisión del Consejo pero se consoló con que pudiera hacerlo luego. — Esperaré junto a la puerta hasta que me llamen.
Con una levísima inclinación de la cabeza, Mith se despidió del Consejo por ahora. Dio media vuelta y se dirigió hacia la salida de aquella majestuosa sala, algo cabizbajo. Sin embargo, al pasar junto a Linn le dedicó su mejor sonrisa para intentar tranquilizarla. Estaba seguro de que lo haría bien frente aquellos Jedis. El ímpetu por defender la Galaxia era una de las cosas que definían a la umbarana, por lo que Mith había podido deducir con su comportamiento.
Cuando abandonó la sala se sentó en el sillón que más cerca encontró. Colocó sus manos sobres las rodillas y, lejos de relajarse sobre su asiento, se inclinó hacia delante a la vez que cerraba los ojos. Intentaba concentrarse en la Fuerza, tan intensa y apacible en aquella zona con tantos Maestros Jedis concentrados. Intentaba deshilachar aquel telar tan complicado, buscando encontrar alguna pesquisa del ánimo de la joven Linn.
Tras la comparecencia del arkaniano, el Maestro Shoota, máximo dirigente del Consejo, tomó la palabra. Fue escueto y directo en sus palabras, como de costumbre, pero esta vez lo que dijo contrarió un poco al joven padawan. El ceño fruncido se dejó entrever tras sus extrañas gafas, aunque la Maestra Aayla Secura pareció sentir aquel pensamiento de Mith y no tardó en interrumpir:
— Te avisaremos cuando todo termine, descuida. — La Twi’lek interviene con tranquilidad. Su grácil carácter no la apega a la tradicional formalidad, buscando siempre sonar amable a fin de infundir algo de calma en lo serio que puede sonar la metodología tradicional.
— Como ustedes ordenen, Maestros. — dijo Mith, relajando su expresión y aceptando aquello. Le gustaría haberse quedado para debatir la posible decisión del Consejo pero se consoló con que pudiera hacerlo luego. — Esperaré junto a la puerta hasta que me llamen.
Con una levísima inclinación de la cabeza, Mith se despidió del Consejo por ahora. Dio media vuelta y se dirigió hacia la salida de aquella majestuosa sala, algo cabizbajo. Sin embargo, al pasar junto a Linn le dedicó su mejor sonrisa para intentar tranquilizarla. Estaba seguro de que lo haría bien frente aquellos Jedis. El ímpetu por defender la Galaxia era una de las cosas que definían a la umbarana, por lo que Mith había podido deducir con su comportamiento.
Cuando abandonó la sala se sentó en el sillón que más cerca encontró. Colocó sus manos sobres las rodillas y, lejos de relajarse sobre su asiento, se inclinó hacia delante a la vez que cerraba los ojos. Intentaba concentrarse en la Fuerza, tan intensa y apacible en aquella zona con tantos Maestros Jedis concentrados. Intentaba deshilachar aquel telar tan complicado, buscando encontrar alguna pesquisa del ánimo de la joven Linn.
Mithrandir- Caballero Jedi
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Re: Presentando a Linn al Consejo Jedi [Linn y Mith]
La chiquilla se mantenía en su postura frente a los saibios que ahora la estudiaban con la mirada. Al escuchar las palabras de los miembros del consejo tras las cuales Mithrandir fue invitado a salir de la sala una nueva mirada de ambos se cruzó y la muchacha quería devolverle la sonrisa aunque su expresión se mantuvo calmada y seria. Ahora solo dependía de sí misma. Escuchó a los sabios hablarle y miraba a cada uno de ellos cuando le hablaban con muestra de completa atención y comprensión ante sus palabras.
Sentía como la calma que irradiaban los cuatro la invadía pero no podía evitar sentirse algo incómoda ante la situación de ser estudiada con la mayor profundidad de lo que nadie lo había hecho anteriormente. Dió dos pasos más al frente cuando la Maestra Galia la pidió acercarse y volvió a mantener la postura herguida que había tenido durante toda la reunión.
-Así es, Maestro. -respondió de manera escueta y precisa.
Había decidido usar la terminología que había usado Mithrandir antes de marcharse puesto que aunque aún no perteneciera a la orden pensaba que era mucho más correcto ya que era el nombre del rango que ostentaben las personas que se encontraban ante ella.
La pregunta del Maestro Shoota no la impresionó aunque sí que la trastocó levemente. En cierta manera todo esto le había llegado de una manera inesperada y demasiado rápido para lo que a ella le hubiera gustado pero escuchaba las palabras de los maestros y poco a poco la sombra de incertidumbre que hubo en ella iba menguando. No sabía lo q significaba ser jedi, ni las complicaciones o los sacrificios que conllevaba pero sí que sabía que quería seguir con la labor de su padre, quería hacer de la galaxia un lugar más seguro como él hiciera en su planeta natal. Esas mismas palabras que ahora cruzaban su mente eran las que tenía q emitir por sus labios ya que detrás de la pregunta del Maestro Shoota había mucho más de lo que esas mismas palabras pedían.
-Es cierto que no se mucho sobre el camino de un Jedi. No conozco su forma de vida ni los sacrificios que se deben hacer para poder seguir ese sendero. Aunque ya he hecho mis propios sacrificios, Maestros. En el momento en el que abandoné mi planeta natal era consciente de que no podría volver allí. De que dejaba atrás a mis padres y a todo a cuanto estaba unida -se detuvo unos instantes para poder buscar las palabras adecuadas para expresar la decisión y el aplomo que en ese momento sentía. Su voz sonaba decidida y a pesar de tener aún un timbre infantil sus palabras eran fuertes y sinceras.
-No se si conoceis el planeta Umbaran pero no es un lugar sencillo para crecer. Mi padre es muy diferente a cualquiera de mi especie y me enseñó la diferencia entre el bien y el mal. Puede sonar tópico y hasta arrogante pero no encontrarán a nadie de mi edad tan dispuesto a darlo todo por instaurar la paz por la galaxia como yo, Maestros... -al decir esa última palabra inclinó la parte superior de su cuerpo levemente en señal de respeto y de que había terminado de hablar.
Sabía que a veces era demasiado directa, demasiado impulsiva y a veces su padre la había reprendido por no haberse mordido la lengua en el momento adecuado pero la mirada y la espera de los miembros del consejo la habían instigado a decir la verdad, lo que quería la joven umbarana era demostrar su valía pues ahora sabía que esto llegaría a ser mucho más importante para ella de lo que jamás hubiera esperado.
Sentía como la calma que irradiaban los cuatro la invadía pero no podía evitar sentirse algo incómoda ante la situación de ser estudiada con la mayor profundidad de lo que nadie lo había hecho anteriormente. Dió dos pasos más al frente cuando la Maestra Galia la pidió acercarse y volvió a mantener la postura herguida que había tenido durante toda la reunión.
-Así es, Maestro. -respondió de manera escueta y precisa.
Había decidido usar la terminología que había usado Mithrandir antes de marcharse puesto que aunque aún no perteneciera a la orden pensaba que era mucho más correcto ya que era el nombre del rango que ostentaben las personas que se encontraban ante ella.
La pregunta del Maestro Shoota no la impresionó aunque sí que la trastocó levemente. En cierta manera todo esto le había llegado de una manera inesperada y demasiado rápido para lo que a ella le hubiera gustado pero escuchaba las palabras de los maestros y poco a poco la sombra de incertidumbre que hubo en ella iba menguando. No sabía lo q significaba ser jedi, ni las complicaciones o los sacrificios que conllevaba pero sí que sabía que quería seguir con la labor de su padre, quería hacer de la galaxia un lugar más seguro como él hiciera en su planeta natal. Esas mismas palabras que ahora cruzaban su mente eran las que tenía q emitir por sus labios ya que detrás de la pregunta del Maestro Shoota había mucho más de lo que esas mismas palabras pedían.
-Es cierto que no se mucho sobre el camino de un Jedi. No conozco su forma de vida ni los sacrificios que se deben hacer para poder seguir ese sendero. Aunque ya he hecho mis propios sacrificios, Maestros. En el momento en el que abandoné mi planeta natal era consciente de que no podría volver allí. De que dejaba atrás a mis padres y a todo a cuanto estaba unida -se detuvo unos instantes para poder buscar las palabras adecuadas para expresar la decisión y el aplomo que en ese momento sentía. Su voz sonaba decidida y a pesar de tener aún un timbre infantil sus palabras eran fuertes y sinceras.
-No se si conoceis el planeta Umbaran pero no es un lugar sencillo para crecer. Mi padre es muy diferente a cualquiera de mi especie y me enseñó la diferencia entre el bien y el mal. Puede sonar tópico y hasta arrogante pero no encontrarán a nadie de mi edad tan dispuesto a darlo todo por instaurar la paz por la galaxia como yo, Maestros... -al decir esa última palabra inclinó la parte superior de su cuerpo levemente en señal de respeto y de que había terminado de hablar.
Sabía que a veces era demasiado directa, demasiado impulsiva y a veces su padre la había reprendido por no haberse mordido la lengua en el momento adecuado pero la mirada y la espera de los miembros del consejo la habían instigado a decir la verdad, lo que quería la joven umbarana era demostrar su valía pues ahora sabía que esto llegaría a ser mucho más importante para ella de lo que jamás hubiera esperado.
Dubh Linn- Younling
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Re: Presentando a Linn al Consejo Jedi [Linn y Mith]
— Atenta con tus emociones, la mente de un Jedi debe permanecer libre, en calma, tranquila, y un Jedi profesa la humildad por sobre todas las cosas. Demasiada confianza en ti misma solamente nublará tu mente. — El Maestro Shoota nuevamente interviene, no con un tono de regaño hacia la evaluada, sino con aquella sabiduría que fluye palabra a palabra y aquella que cada Jedi demuestra ahora.
—… el ego lleva a la ambición… —
—… la ambición lleva a la ira… —
—… la ira lleva al odio… —
—… el odio lleva al sufrimiento... — Cada Jedi recita aquellas palabras con una creencia acérrima en ellas, en su significado, en aquella doctrina que profesan, en el valor e importancia que se oculta tras su mensaje. Uno a uno, como en un coro, tomaron la palabra completando la idea del predecesor, prosiguiéndola hasta ser el Maestro Shoota quien vuelve a cerrar el círculo del mensaje.
El aura de los cuatro irradiaba aquella fuerza, aquella lealtad a su creencia y a su Orden, a sus valores, armonizaba y se explayaba llenando cada centímetro de aquella Cámara con su cálido tono, con su vitalidad y la energía de aquella Fuerza viva y presente, manifestada a través de ellos como el hálito cálido de un ser vivo. Finalmente cesó, aquella viva presencia hubo de calmarse dejando la usual aura de paz y sabiduría a su paso.
—… ¿Lo entiendes ahora?... Todas nuestras acciones, grandes o pequeñas, generan una reacción en la Fuerza, un eco en la Galaxia. Por ello el Jedi tiene el compromiso más grande y la mente más seria. —
— Los lazos para con tu familia son grandes. Hm.… Tu madre, tu padre… ellos están fuertemente presentes en ti... — La Maestra Galia intervino, como si acabase de examinar la mente de la joven, de analizar cualquier duda posible o temor en ella.
— Tratas de probarte a ti misma… La vida de un Jedi es una prueba constante, pero no por ello se contemplan metas personales… — El Maestro de raza Whipid se pronunció a través de aquel holograma; tranquilo, sereno en su tono de hablar.
— Pero ya muestra un evidente autocontrol Maestra, control ganado por su propia cuenta... Con el entrenamiento adecuado podría recuperar el tiempo perdido. — La Maestra Secura interviene mostrándose más afable hacia la joven, hacia la idea de que ella se entrenase. No era tradicional como los demás Jedi y ello sale en notoria evidencia.
El Maestro Shoota asintió con levedad, aquel gesto denotaba el ser conciente de cada uno de los puntos indicados, buenos y malos, pro y contra.
Así la evaluación prosiguió por aproximadamente 30 minutos. Minutos que por momentos parecían alargarse más de los normal mientras las miradas de aquellos cuatro recaen en la joven evaluada.
Tras preguntas formuladas y consejos otorgados a la joven, tras explicaciones breves y básicas sobre la Orden y su doctrina, tras todo aquello finalmente la evaluación termina.
La frecuencia indicada de comunicación resonó con normal tono y Mithandir fue nuevamente convocado a los interiores de la Cámara del Consejo, recinto que se había sumado en un evidente silencio, el silencio de la meditación sobre la esperada respuesta.
—… el ego lleva a la ambición… —
—… la ambición lleva a la ira… —
—… la ira lleva al odio… —
—… el odio lleva al sufrimiento... — Cada Jedi recita aquellas palabras con una creencia acérrima en ellas, en su significado, en aquella doctrina que profesan, en el valor e importancia que se oculta tras su mensaje. Uno a uno, como en un coro, tomaron la palabra completando la idea del predecesor, prosiguiéndola hasta ser el Maestro Shoota quien vuelve a cerrar el círculo del mensaje.
El aura de los cuatro irradiaba aquella fuerza, aquella lealtad a su creencia y a su Orden, a sus valores, armonizaba y se explayaba llenando cada centímetro de aquella Cámara con su cálido tono, con su vitalidad y la energía de aquella Fuerza viva y presente, manifestada a través de ellos como el hálito cálido de un ser vivo. Finalmente cesó, aquella viva presencia hubo de calmarse dejando la usual aura de paz y sabiduría a su paso.
—… ¿Lo entiendes ahora?... Todas nuestras acciones, grandes o pequeñas, generan una reacción en la Fuerza, un eco en la Galaxia. Por ello el Jedi tiene el compromiso más grande y la mente más seria. —
— Los lazos para con tu familia son grandes. Hm.… Tu madre, tu padre… ellos están fuertemente presentes en ti... — La Maestra Galia intervino, como si acabase de examinar la mente de la joven, de analizar cualquier duda posible o temor en ella.
— Tratas de probarte a ti misma… La vida de un Jedi es una prueba constante, pero no por ello se contemplan metas personales… — El Maestro de raza Whipid se pronunció a través de aquel holograma; tranquilo, sereno en su tono de hablar.
— Pero ya muestra un evidente autocontrol Maestra, control ganado por su propia cuenta... Con el entrenamiento adecuado podría recuperar el tiempo perdido. — La Maestra Secura interviene mostrándose más afable hacia la joven, hacia la idea de que ella se entrenase. No era tradicional como los demás Jedi y ello sale en notoria evidencia.
El Maestro Shoota asintió con levedad, aquel gesto denotaba el ser conciente de cada uno de los puntos indicados, buenos y malos, pro y contra.
Así la evaluación prosiguió por aproximadamente 30 minutos. Minutos que por momentos parecían alargarse más de los normal mientras las miradas de aquellos cuatro recaen en la joven evaluada.
Tras preguntas formuladas y consejos otorgados a la joven, tras explicaciones breves y básicas sobre la Orden y su doctrina, tras todo aquello finalmente la evaluación termina.
La frecuencia indicada de comunicación resonó con normal tono y Mithandir fue nuevamente convocado a los interiores de la Cámara del Consejo, recinto que se había sumado en un evidente silencio, el silencio de la meditación sobre la esperada respuesta.
Fuerza Luminosa- Narrador/GM
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Re: Presentando a Linn al Consejo Jedi [Linn y Mith]
Junto a las puertas del Consejo Jedi, el padawan parecía mostrarse inquieto por conocer el veredicto de los Maestros, aunque sólo al principio de la espera. Conforme se relajaba y concentraba en la Fuerza, tan intensa en aquel lugar, ésta le iba relajando, pues la alta comprensión que los Maestros Jedis tenían de la Fuerza hacían que fluyera mansamente y en paz. Paz que se asentaba en cada mente que por aquellos lares pasaba.
Tras cerca de una hora de espera, Mith pudo advertir como el silencio se extendía sobre la Cámara del Consejo. La evaluación había concluido. Las puertas se abrieron y el padawan penetró en aquella sala con calma, con la mente concentrada y relajada al fin. Miró a Linn, para intentar adivinar la decisión en su rostro, pero ésta continuaba manteniéndose seria e inexpresiva. Se colocó a su lado, de cara a los Maestros Jedis del Consejo, y tras una mínima reverencia, rompió el silencio:
— Gracias por tomaros la molestia de evaluar mis propias cábalas. — dijo con la educación que le caracterizaba, y en tono algo diplomático. — ¿Cual es su decisión, Maestros? — preguntó al fin, posando la mirada en la Twi'lek que tanto parecía comprenderle minutos antes.
Tras cerca de una hora de espera, Mith pudo advertir como el silencio se extendía sobre la Cámara del Consejo. La evaluación había concluido. Las puertas se abrieron y el padawan penetró en aquella sala con calma, con la mente concentrada y relajada al fin. Miró a Linn, para intentar adivinar la decisión en su rostro, pero ésta continuaba manteniéndose seria e inexpresiva. Se colocó a su lado, de cara a los Maestros Jedis del Consejo, y tras una mínima reverencia, rompió el silencio:
— Gracias por tomaros la molestia de evaluar mis propias cábalas. — dijo con la educación que le caracterizaba, y en tono algo diplomático. — ¿Cual es su decisión, Maestros? — preguntó al fin, posando la mirada en la Twi'lek que tanto parecía comprenderle minutos antes.
Mithrandir- Caballero Jedi
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Re: Presentando a Linn al Consejo Jedi [Linn y Mith]
La chiquilla se mantenía en el centro de la sala tranquila, calmada, inspirada por la energía de los cuatro maestros que la evaluaban con su experta mirada. Volvió a morderse la lengua a modo de castigo ante la reprimenda de los maestros pero sabía que sus palabras eran la verdad que quería expresar por lo que mantenía su mente resuelta. En esos momentos su destino estaba en mano de los miembros del consejo y la fuerza que irradiaban en ese momento la abrumó y la hizo sentir, si cabía, más respeto por ellos.
Al cabo de unos instantes y tras darle algunas vueltas en su mente acabó por decidir que fuera cual fuera la respuesta ella haría lo mejor que pudiera. Al fin y al cabo se había encontrado por sorpresa con esa posibilidad a la que no entendía bien porque se aferraba momentos antes. Si fuera aceptada como jedi se esforzaría por aprender a doblegar su mente más aún, por entender la filosofía, el modo de vida de los caballeros.
Al hablar cada uno de los sabios sus ojos oscuros se posaban en cada uno de ellos asintiendo ligeramente, tomando buena nota de sus críticas, de lo que debía mejorar en caso de que fuera aceptada. Después, la sala se sumión en silencio de nuevo. La postura perfecta de la umbarana se mantenía pese al largo tiempo de pie en aquella sala y devolvió la mirada a Mithrandir cuando las puertas se abrieron para darle la bienvenida al padawan.
Una vez más sus ojos volvieron a posarse sobre el Maestro shoota esperando la respuesta que le darían en esos momentos de incertidumbre. Sería aceptada? Fuera cual fuera la respuesta, la aceptaría de buen grado. No cuestionaría la sabiduría de los maestros.
Al cabo de unos instantes y tras darle algunas vueltas en su mente acabó por decidir que fuera cual fuera la respuesta ella haría lo mejor que pudiera. Al fin y al cabo se había encontrado por sorpresa con esa posibilidad a la que no entendía bien porque se aferraba momentos antes. Si fuera aceptada como jedi se esforzaría por aprender a doblegar su mente más aún, por entender la filosofía, el modo de vida de los caballeros.
Al hablar cada uno de los sabios sus ojos oscuros se posaban en cada uno de ellos asintiendo ligeramente, tomando buena nota de sus críticas, de lo que debía mejorar en caso de que fuera aceptada. Después, la sala se sumión en silencio de nuevo. La postura perfecta de la umbarana se mantenía pese al largo tiempo de pie en aquella sala y devolvió la mirada a Mithrandir cuando las puertas se abrieron para darle la bienvenida al padawan.
Una vez más sus ojos volvieron a posarse sobre el Maestro shoota esperando la respuesta que le darían en esos momentos de incertidumbre. Sería aceptada? Fuera cual fuera la respuesta, la aceptaría de buen grado. No cuestionaría la sabiduría de los maestros.
Dubh Linn- Younling
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Re: Presentando a Linn al Consejo Jedi [Linn y Mith]
El Padawan fue solicitado nuevamente y las miradas de aquellos cuatro Jedi no tardaron en caer sobre él como si ahora él fuese el evaluado. Tranquilos, en calma, aquella aura de paz irradia de los cuatro aún a pesar de su silencio.
Segundos, uno tras de otro de incómodo silencio roto finalmente. El Maestro Shoota toma la palabra.
— Mithrandir Dulainn, ¿cierto? — Aquel calmo tono no abandona sus palabras, sereno y tranquilo, prosigue su proferir hacia el mencionado. — Estabas en lo correcto sobre esta joven, la Fuerza está presente en ella. —
— Sus células contienen una notoria concentración de midi-chlorians. —
— Tomaste la iniciativa, y fue acertado Padawan. La Fuerza puede manifestarse en cualquier ser vivo, por ello el Consejo tomará mayor atención hacia las diversas secciones que componen nuestra Orden. —
Aquella breve intervención del Maestro Shoota, así como de algunos Maestros Jedi más, da término. Pero aquella pregunta seguía en el aire y la Twi’lek había permanecido en silencio.
Tras unos breves segundos de silencio su garganta se aclara con parsimonia, un exhalar escapa con lentitud de sus labios antes de proseguir. — No, ella no será entrenada. — Tras el veredicto del Maestro Shoota, los Maestros restantes se manifiestan uno tras otro tomando la palabra.
— Ya es mayor, el Código lo prohíbe. —
— Su voluntad es fuerte pero sus lazos emocionales están forjados ya, sobreponerse a ellos será muy difícil. —
Su tono, aunque calmo, mostraba la determinación de aquellos tres Maestros Jedi, su rigurosa creencia en las leyes y normas del Código en que se basa su entera doctrina. La menor se mostraba silenciosa; la Twi’lek había apartado su vista y yacía absorta en una idea que formulaba en silencio.
Pensativa, en otro mundo alejado del conciente de aquella Cámara del Consejo donde se acababa de dictar veredicto. Aquel tono dubitativo termina, su atención recae sobre los presentes como si los viera tras largo tiempo.
— Maestros, si me permiten... — Una breve pausa, el silencio respetuoso de los tres Jedi aprobó con gusto la participación. — Las normas del Código lo prohíben, lo sabemos todos, pero no es responsabilidad suya el presentarse a la edad que ahora posee, ella no conocía la habilidad que tiene, ningún Jedi llegó a su mundo a la edad adecuada para seleccionarla. —
La Jedi se había incorporado con lentitud, sus palabras iban acompañadas de un calmo y respetuoso tono que no perdía su firmeza, la misma que ellos tenían en la rigurosidad del Código ella lo tenía en ser obstinada cuando una idea abordaba su mente, como ahora. Su paso la lleva a situarse entre ambos jóvenes, Padawan y examinada.
— La Galaxia se encuentra en una situación que va tornándose cada vez más difícil y no podremos darnos abasto si todo sigue así. La Fuerza se presentó en ella por una razón Maestros, no considero apropiado el ignorar ese hecho. Ella tiene determinación, con un adecuado entrenamiento… —
— Solicita entonces que la joven si sea entrenada, Maestra Secura. —
El Maestro Shoota intervino, sin falta de respeto o interrupción, había elevado su arrugada mano con lentitud para dirigirse a la Twi’lek.
— Sí, así es. Todos los Jedi presentes notamos la Fuerza en ella, y Mithrandir lo notó antes incluso. Ella es sensible a la Fuerza, si la Orden no encamina su habilidad hacia el lado luminoso los Sith tratarán de llevársela tan pronto la descubran. —
Aquello produjo nuevos segundos de silencio. Los tres Jedi intercambiaron una efímera mirada como si sus mentes debatieran en privado la nueva solicitud. Eternos segundos después, el Maestro Shoota volvió a tomar la palabra ahora ante los tres presentes. Su tono volvió a tomar una calma y serena tranquilidad.
— Su entrenamiento comenzará entonces, Maestra Secura, bajo su tutela hasta que esté lista para las pruebas. Aunque no apruebo del todo que el joven Padawan sea su tutor en el futuro. —
— Por varios años me he dedicado a evaluar a los Younglings en los exámenes de rango, si ella se encuentra lista yo la tomaré como Padawan a su momento. —
Quizá ya estaba solicitando demasiado y por un momento aquella idea surcó su mente. Para su tranquilidad, los Jedi intercambiaron una nueva y breve mirada y asintieron el uno al otro casi como un buen augurio.
— Así sea. Tienen el permiso del Consejo para proseguir entonces… y… el Consejo será más abierto a nuevas perspectivas, Maestra Secura. Que la Fuerza los acompañe. —
Los Jedi mostraron una humilde sonrisa, leve, así como el leve asentir que dedicaron a los ahora tres presentes.
La Twi’lek ofrece una respetuosa reverencia al Consejo y abandona con lentitud aquella Cámara esperando a los dos jóvenes. Tras cruzar el umbral de aquel pórtico, su espalda recae sobre uno de los muros adyacentes al compás de un pronunciado suspiro. Un suspiro de dicha, como quien defiende sus ideales y consigue, no beneficios, sino mostrar su punto de vista. Aquello fue una victoria personal y con humildad celebra en un evidente sonreír, cómplice quizá hacia aquellos jóvenes.
Segundos, uno tras de otro de incómodo silencio roto finalmente. El Maestro Shoota toma la palabra.
— Mithrandir Dulainn, ¿cierto? — Aquel calmo tono no abandona sus palabras, sereno y tranquilo, prosigue su proferir hacia el mencionado. — Estabas en lo correcto sobre esta joven, la Fuerza está presente en ella. —
— Sus células contienen una notoria concentración de midi-chlorians. —
— Tomaste la iniciativa, y fue acertado Padawan. La Fuerza puede manifestarse en cualquier ser vivo, por ello el Consejo tomará mayor atención hacia las diversas secciones que componen nuestra Orden. —
Aquella breve intervención del Maestro Shoota, así como de algunos Maestros Jedi más, da término. Pero aquella pregunta seguía en el aire y la Twi’lek había permanecido en silencio.
Tras unos breves segundos de silencio su garganta se aclara con parsimonia, un exhalar escapa con lentitud de sus labios antes de proseguir. — No, ella no será entrenada. — Tras el veredicto del Maestro Shoota, los Maestros restantes se manifiestan uno tras otro tomando la palabra.
— Ya es mayor, el Código lo prohíbe. —
— Su voluntad es fuerte pero sus lazos emocionales están forjados ya, sobreponerse a ellos será muy difícil. —
Su tono, aunque calmo, mostraba la determinación de aquellos tres Maestros Jedi, su rigurosa creencia en las leyes y normas del Código en que se basa su entera doctrina. La menor se mostraba silenciosa; la Twi’lek había apartado su vista y yacía absorta en una idea que formulaba en silencio.
Pensativa, en otro mundo alejado del conciente de aquella Cámara del Consejo donde se acababa de dictar veredicto. Aquel tono dubitativo termina, su atención recae sobre los presentes como si los viera tras largo tiempo.
— Maestros, si me permiten... — Una breve pausa, el silencio respetuoso de los tres Jedi aprobó con gusto la participación. — Las normas del Código lo prohíben, lo sabemos todos, pero no es responsabilidad suya el presentarse a la edad que ahora posee, ella no conocía la habilidad que tiene, ningún Jedi llegó a su mundo a la edad adecuada para seleccionarla. —
La Jedi se había incorporado con lentitud, sus palabras iban acompañadas de un calmo y respetuoso tono que no perdía su firmeza, la misma que ellos tenían en la rigurosidad del Código ella lo tenía en ser obstinada cuando una idea abordaba su mente, como ahora. Su paso la lleva a situarse entre ambos jóvenes, Padawan y examinada.
— La Galaxia se encuentra en una situación que va tornándose cada vez más difícil y no podremos darnos abasto si todo sigue así. La Fuerza se presentó en ella por una razón Maestros, no considero apropiado el ignorar ese hecho. Ella tiene determinación, con un adecuado entrenamiento… —
— Solicita entonces que la joven si sea entrenada, Maestra Secura. —
El Maestro Shoota intervino, sin falta de respeto o interrupción, había elevado su arrugada mano con lentitud para dirigirse a la Twi’lek.
— Sí, así es. Todos los Jedi presentes notamos la Fuerza en ella, y Mithrandir lo notó antes incluso. Ella es sensible a la Fuerza, si la Orden no encamina su habilidad hacia el lado luminoso los Sith tratarán de llevársela tan pronto la descubran. —
Aquello produjo nuevos segundos de silencio. Los tres Jedi intercambiaron una efímera mirada como si sus mentes debatieran en privado la nueva solicitud. Eternos segundos después, el Maestro Shoota volvió a tomar la palabra ahora ante los tres presentes. Su tono volvió a tomar una calma y serena tranquilidad.
— Su entrenamiento comenzará entonces, Maestra Secura, bajo su tutela hasta que esté lista para las pruebas. Aunque no apruebo del todo que el joven Padawan sea su tutor en el futuro. —
— Por varios años me he dedicado a evaluar a los Younglings en los exámenes de rango, si ella se encuentra lista yo la tomaré como Padawan a su momento. —
Quizá ya estaba solicitando demasiado y por un momento aquella idea surcó su mente. Para su tranquilidad, los Jedi intercambiaron una nueva y breve mirada y asintieron el uno al otro casi como un buen augurio.
— Así sea. Tienen el permiso del Consejo para proseguir entonces… y… el Consejo será más abierto a nuevas perspectivas, Maestra Secura. Que la Fuerza los acompañe. —
Los Jedi mostraron una humilde sonrisa, leve, así como el leve asentir que dedicaron a los ahora tres presentes.
La Twi’lek ofrece una respetuosa reverencia al Consejo y abandona con lentitud aquella Cámara esperando a los dos jóvenes. Tras cruzar el umbral de aquel pórtico, su espalda recae sobre uno de los muros adyacentes al compás de un pronunciado suspiro. Un suspiro de dicha, como quien defiende sus ideales y consigue, no beneficios, sino mostrar su punto de vista. Aquello fue una victoria personal y con humildad celebra en un evidente sonreír, cómplice quizá hacia aquellos jóvenes.
Fuerza Luminosa- Narrador/GM
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Re: Presentando a Linn al Consejo Jedi [Linn y Mith]
Cuando Mith se mostró agradecido ante el Consejo por haber convocado aquella evaluación, el Maestro Shoota tomó la palabra y tras asegurarse de que no confundía el nombre del padawan, pronunció la frase que tanto anhelaba el arkaniano: Mithrandir tenía razón. Los otros maestros fueron tomando la palabra, completando la afirmación de Shoota y añadiendo nuevos datos, fruto de la evaluación. La expresión de felicidad que había surgido en el rostro de Mith aumentaba con cada palabra que aquellos Jedis aportaban. Se sentía plenamente satisfecho y orgulloso de sí mismo, y no era algo fácil de ocultar.
Su alegría no dudaría mucho, pues fue el mismo Maestro Shoota, cuando recuperó la palabra tras unos segundos de silencio, no tardó en truncar la incipiente felicidad del muchacho. Aquella negativa retumbó en los oídos del padawan, como si el peso de aquel logro alcanzado se le escapara de sus manos y golpeara el piso con fiereza. Teniendo en cuenta las primeras afirmaciones de los maestros jedis allí presentes, Mith no podía dar crédito a que se le denegara el entrenamiento a Linn.
— Pero... Si acabáis de... decir... — balbuceó el arkaniano, dirigiendo la mirada a la hasta ahora callada twi'lek. Sin embargo, pronto fue interrumpido de nuevo.
La maestra Galia y el otro maestro que Mith desconocía argumentaron, a continuación, que, tal y como marcaban las reglas, Linn era demasiado mayor para ser aceptada como Iniciada en la Fuerza. Mith sabía de la rectitud del Consejo, la cual enarbolaba en ocasiones, pero le hastiaba en otras. Sabía de su firmeza y su fe ciega en las normas, pero nunca pensó que llegarían a tal punto de dejar escapar un ser donde la Fuerza estaba tan patente, que tanto podría aportar a la Orden y a la Galaxia.
Mith seguía asombrado por tal decisión y parecía haberse quedado sin palabras, mirando al suelo incrédulo. Tras unos segundos de silencio, la hasta entonces callada Maestra Secura tomó la palabra, para alegría de Mith, y seguro también para Linn. La twi'lek parecía sacar de la cabeza de Mith cada deseo que había meditado antes pero que no parecía ser capaz de expresar. Argumentó que la Fuerza estaba presente en ella y eso no debería obviarse. Mith pensó en ello, pues no era algo para tomar a la ligera. Era un designio de la misma Fuerza que él encontrara a Linn y que ésta estuviera allí en el momento adecuado. La Fuerza trajo a la umbarana a la Orden, y eso era algo que ni los mismos miembros del consejo podrían obviar. Mith sonrió ante tales pensamientos. Añadió que, sin el debido entrenamiento de aquella joven, no sólo desaprovecharíamos el potencial que la Fuerza le dio, sino que permitiríamos que quedase a merced de los Oscuros Sith y del Reverso Tenebroso de la Fuerza, y ese punto tampoco debería ser desdeñado así como así.
Tras otro incómodo, y más extenso aun, silencio, Shoota volvió a tomar la palabra. Los Maestros terminaron de dar su brazo a torcer a favor de Secura y le encargaron la tutela e instrucción de la joven Linn. Mith tuvo que contener su alegría de nuevo, para no ir a agradecerle a Secura aquello más efusivamente.
Los Maestros Shoota y Secura intercambiaron un par de palabras más, acabando la reunión la twi'lek al saludar y abandonar la estancia, esperando que Linn y Mith la siguieran. El arkaniano se giró levemente y sonrió, mirando a los Maestros y haciendo una leve reverencia:
— Gracias por su comprensión, Maestros. — dijo Mith, con sincero tono de agradecimiento. — Que la Fuerza les acompañe.
Se giró de nuevo y abandonó la sala, reuniéndose con Secura fuera de ésta. Allí pudo observar como la Maestra jedi resoplaba de alivio. El padawan pudo leer el orgullo propio en sus ojos y no pudo sentir la empatía entre ambos:
— Hoy ambos hemos conseguido hacer sonar nuestra voz, y es algo que siempre reconforta. — le dijo, sonriente, a Secura. — No sé como agradecerle todo esto, Maestra. — concluyó, dedicándole una notoria reverencia, señal de su profundo agradecimiento, más que un signo de protocolo.
Mith miró a Linn para ver su estado emocional. Para alguien tan ajena, por ahora, a la Orden, una situación como aquella, con tanta tensión en un paradójico ambiente de paz, no debió ser de digestión fácil. Le sonrió y esperó junto a ella a que expresara sus sentimientos pues, como ya había comprado, poco podía sacar en limpio de su expresión corporal.
Su alegría no dudaría mucho, pues fue el mismo Maestro Shoota, cuando recuperó la palabra tras unos segundos de silencio, no tardó en truncar la incipiente felicidad del muchacho. Aquella negativa retumbó en los oídos del padawan, como si el peso de aquel logro alcanzado se le escapara de sus manos y golpeara el piso con fiereza. Teniendo en cuenta las primeras afirmaciones de los maestros jedis allí presentes, Mith no podía dar crédito a que se le denegara el entrenamiento a Linn.
— Pero... Si acabáis de... decir... — balbuceó el arkaniano, dirigiendo la mirada a la hasta ahora callada twi'lek. Sin embargo, pronto fue interrumpido de nuevo.
La maestra Galia y el otro maestro que Mith desconocía argumentaron, a continuación, que, tal y como marcaban las reglas, Linn era demasiado mayor para ser aceptada como Iniciada en la Fuerza. Mith sabía de la rectitud del Consejo, la cual enarbolaba en ocasiones, pero le hastiaba en otras. Sabía de su firmeza y su fe ciega en las normas, pero nunca pensó que llegarían a tal punto de dejar escapar un ser donde la Fuerza estaba tan patente, que tanto podría aportar a la Orden y a la Galaxia.
Mith seguía asombrado por tal decisión y parecía haberse quedado sin palabras, mirando al suelo incrédulo. Tras unos segundos de silencio, la hasta entonces callada Maestra Secura tomó la palabra, para alegría de Mith, y seguro también para Linn. La twi'lek parecía sacar de la cabeza de Mith cada deseo que había meditado antes pero que no parecía ser capaz de expresar. Argumentó que la Fuerza estaba presente en ella y eso no debería obviarse. Mith pensó en ello, pues no era algo para tomar a la ligera. Era un designio de la misma Fuerza que él encontrara a Linn y que ésta estuviera allí en el momento adecuado. La Fuerza trajo a la umbarana a la Orden, y eso era algo que ni los mismos miembros del consejo podrían obviar. Mith sonrió ante tales pensamientos. Añadió que, sin el debido entrenamiento de aquella joven, no sólo desaprovecharíamos el potencial que la Fuerza le dio, sino que permitiríamos que quedase a merced de los Oscuros Sith y del Reverso Tenebroso de la Fuerza, y ese punto tampoco debería ser desdeñado así como así.
Tras otro incómodo, y más extenso aun, silencio, Shoota volvió a tomar la palabra. Los Maestros terminaron de dar su brazo a torcer a favor de Secura y le encargaron la tutela e instrucción de la joven Linn. Mith tuvo que contener su alegría de nuevo, para no ir a agradecerle a Secura aquello más efusivamente.
Los Maestros Shoota y Secura intercambiaron un par de palabras más, acabando la reunión la twi'lek al saludar y abandonar la estancia, esperando que Linn y Mith la siguieran. El arkaniano se giró levemente y sonrió, mirando a los Maestros y haciendo una leve reverencia:
— Gracias por su comprensión, Maestros. — dijo Mith, con sincero tono de agradecimiento. — Que la Fuerza les acompañe.
Se giró de nuevo y abandonó la sala, reuniéndose con Secura fuera de ésta. Allí pudo observar como la Maestra jedi resoplaba de alivio. El padawan pudo leer el orgullo propio en sus ojos y no pudo sentir la empatía entre ambos:
— Hoy ambos hemos conseguido hacer sonar nuestra voz, y es algo que siempre reconforta. — le dijo, sonriente, a Secura. — No sé como agradecerle todo esto, Maestra. — concluyó, dedicándole una notoria reverencia, señal de su profundo agradecimiento, más que un signo de protocolo.
Mith miró a Linn para ver su estado emocional. Para alguien tan ajena, por ahora, a la Orden, una situación como aquella, con tanta tensión en un paradójico ambiente de paz, no debió ser de digestión fácil. Le sonrió y esperó junto a ella a que expresara sus sentimientos pues, como ya había comprado, poco podía sacar en limpio de su expresión corporal.
Mithrandir- Caballero Jedi
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Re: Presentando a Linn al Consejo Jedi [Linn y Mith]
Todo quedaba en manos de los miembros del consejo. Linn había observado entrar a Mithrandir y sus miradas habían vuelto a cruzarse en una conversación en silencio. Podía notar la ansiedad del muchacho y aquello no es que terminada de relajarla pero aún así su expresión era calmada, pacientemente esperando el veredicto.
El Maestro Shoota volvió a tomar la palabra seguido por el resto de los miembros. A Linn le daba la sensación de que por los menos, tres de los cuatro miembros estaban conectados mentalmente, una conexión que le era complicada de llegar a comprender pero la gran sabiduría que trasmitían no era una ilusión. Sus ojos fueron de uno a otro hasta que volvieron a posarse sobre el rostro del Maestro.
Sus palabras fueron rotundas y no carentes del apoyo de sus otros dos compañeros, la negativa a su petición fue como una jarra de agua fría. Mithrandir empezó a hablar y ella le miró interrogativa sin saber exactamente que era lo que pasaba en esa sala salvo las razones que daba para dicha negativa. Aún así su cabeza se inclinó levemente aceptando sus razones, aunque no las comprendiera ni las compartiera.
Que ya era mayor? Que sus lazos con su familia estaban forjados? Si ella hubiera sabido de la existencia de la fuerza tal vez habría preguntado a su padre sobre el tema. En Umbaran no había jedi por lo que ella sabía y no tenía muy claro cuales eran los modos de proceder de la Orden. Miles de preguntas se formulaban en su mente para quebrarse con el sonido de la voz de la Maestra Secura de la que se había olvidado por completo. Todas sus dedas y quejas las ponía ahora en palabras y sus ojos miraban a la Twi'lek que ahora hablaba ofreciendo otro punto de vista que tal vez los maestros no hubieran tenido en cuenta. Pudo ver el saber y la meditación detrás de cada una de las palabras de la Maestra Secura y no sabía porque un escalofrío le recorrió la espalda cuando mencionó la posibilidad de ser encontrada por los Sith.
Después de varios segundos de silencio el consejo dió su brazo a torcer aunque también le sorprendió que la Maestra se ofreciera para tomarla como Padawan si pasase las pruebas necesarias. No podía sentir otra cosa que no fuera agredecimiento por la confianza y apoyo que recibía con esas sencillas opiniones de una jedi tan sabia como la Maestra Secura.
Otra reverencia por parte de Linn al mismo tiempo que Mithrandir con una mirada serena y un leve alzamiento de la comisura de sus labios antes de seguir a los dos fuera de la sala cerrándose las puertas detrás de ella. Ahora estaban los tres fuera, en una reunión un poco más informal. Mithrandir se giró para mirarla y ella le devolvió la mirada encogiéndose levemente de hombros en señal de calma y despreocupación pero sabía que en ese momento debía hablar, aunque le fuera complicado expresar sus emociones y lo que sentía había veces en los que los demás necesitaban saberlo.
-Le agradezco su fe y su confianza, Maestra -dijo con una inclinación de cabeza en señal de agradecimiento y con un intento de sonrisa en sus labios que quedó algo forzado pero el intento estaba ahí. -Estoy bien aunque algo... desconcertada. Todo ha sido un poco confuso -comentó esperando que sus palabras fueran satisfactorias para describir su estado de ánimo en ese momento.
El Maestro Shoota volvió a tomar la palabra seguido por el resto de los miembros. A Linn le daba la sensación de que por los menos, tres de los cuatro miembros estaban conectados mentalmente, una conexión que le era complicada de llegar a comprender pero la gran sabiduría que trasmitían no era una ilusión. Sus ojos fueron de uno a otro hasta que volvieron a posarse sobre el rostro del Maestro.
Sus palabras fueron rotundas y no carentes del apoyo de sus otros dos compañeros, la negativa a su petición fue como una jarra de agua fría. Mithrandir empezó a hablar y ella le miró interrogativa sin saber exactamente que era lo que pasaba en esa sala salvo las razones que daba para dicha negativa. Aún así su cabeza se inclinó levemente aceptando sus razones, aunque no las comprendiera ni las compartiera.
Que ya era mayor? Que sus lazos con su familia estaban forjados? Si ella hubiera sabido de la existencia de la fuerza tal vez habría preguntado a su padre sobre el tema. En Umbaran no había jedi por lo que ella sabía y no tenía muy claro cuales eran los modos de proceder de la Orden. Miles de preguntas se formulaban en su mente para quebrarse con el sonido de la voz de la Maestra Secura de la que se había olvidado por completo. Todas sus dedas y quejas las ponía ahora en palabras y sus ojos miraban a la Twi'lek que ahora hablaba ofreciendo otro punto de vista que tal vez los maestros no hubieran tenido en cuenta. Pudo ver el saber y la meditación detrás de cada una de las palabras de la Maestra Secura y no sabía porque un escalofrío le recorrió la espalda cuando mencionó la posibilidad de ser encontrada por los Sith.
Después de varios segundos de silencio el consejo dió su brazo a torcer aunque también le sorprendió que la Maestra se ofreciera para tomarla como Padawan si pasase las pruebas necesarias. No podía sentir otra cosa que no fuera agredecimiento por la confianza y apoyo que recibía con esas sencillas opiniones de una jedi tan sabia como la Maestra Secura.
Otra reverencia por parte de Linn al mismo tiempo que Mithrandir con una mirada serena y un leve alzamiento de la comisura de sus labios antes de seguir a los dos fuera de la sala cerrándose las puertas detrás de ella. Ahora estaban los tres fuera, en una reunión un poco más informal. Mithrandir se giró para mirarla y ella le devolvió la mirada encogiéndose levemente de hombros en señal de calma y despreocupación pero sabía que en ese momento debía hablar, aunque le fuera complicado expresar sus emociones y lo que sentía había veces en los que los demás necesitaban saberlo.
-Le agradezco su fe y su confianza, Maestra -dijo con una inclinación de cabeza en señal de agradecimiento y con un intento de sonrisa en sus labios que quedó algo forzado pero el intento estaba ahí. -Estoy bien aunque algo... desconcertada. Todo ha sido un poco confuso -comentó esperando que sus palabras fueran satisfactorias para describir su estado de ánimo en ese momento.
Dubh Linn- Younling
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Re: Presentando a Linn al Consejo Jedi [Linn y Mith]
— Uf.... — El aire fluye por sus pulmones y escapa poco a poco por sus labios dejando su fémina figura. Aquel suspiro, aquel exhalar de humilde satisfacción en que su musculatura va relajándose tras el debate de ideologías.
Su espalda abandona el resguardo de la pared, su ser se había relajado por completo tras aquella exhalación. Erguida en pie, su atención recae una vez más sobre aquel par de jóvenes hacia quienes muestra aquel calmo sonreír.
— “Aayla”.... No soy muy fanática de las formalidades. — Evidente sonreír, cómplice inconcientemente, su ser manifiesta lo afable de su carácter más allá del rigor de la usual normativa Jedi.
— Descuida, suele ser confuso al principio, ya irás conociendo poco a poco las cosas dentro de la Orden. — Su vista no se había apartado de ambos, iba del Padawan a la Youngling y viceversa, una y otra vez en aquella lectura visual de sus gestos. La sonrisa en sus labios incrementa con disimulo ante la inconciente afinidad entre ambos sentida por los otros Maestros Jedi en su momento.
Cosas de muchachos pensó para si misma. Su mano zurda esgrimió un gesto hacia su cinto advirtiendo un aparente sonar en su comunicador, sonido nunca escuchado ni comprobado.
— Disculpen, tengo que revisar algunos droides de entrenamiento, cosas de rutina… Pero afortunadamente Mithrandir se encuentra aquí. —
Su palma derecha se posa en el hombro del Padawan. Unas leves palmadas y un disimulado y mínimo empujón, breve, imperceptible casi, en que lo dirige hacia la joven recién aceptada. Aquella sonrisa parecía incrementarse en la Twi’lek.
— Él podrá mostrarte el Templo y los alrededores así como los salones y Cámaras del Templo, ¿verdad? Diviértanse, pero no se alejen demasiado del Templo. —
Casi no esperó afirmación o negativa y su tono no trataba de sonar indiferente a ellos, al contrario, parecía mostrar aún más aquel grácil tono. Su mano derecha blandió un ligero gesto en el aire y su paso hubo de alejarla. Era perceptible, la iniciada confiaba más en el Padawan y dejarlos a ambos un momento parecía lo más adecuado tras la primera y seria imagen ganada por los miembros del Consejo en la previa entrevista.
Aquellos azulados Lekku, revestidos por unas franjas de cuero café, se agitaban con ligereza a cada paso de la Jedi, andar en el cual finalmente se pierde de vista por uno de los pasillos.
Su espalda abandona el resguardo de la pared, su ser se había relajado por completo tras aquella exhalación. Erguida en pie, su atención recae una vez más sobre aquel par de jóvenes hacia quienes muestra aquel calmo sonreír.
— “Aayla”.... No soy muy fanática de las formalidades. — Evidente sonreír, cómplice inconcientemente, su ser manifiesta lo afable de su carácter más allá del rigor de la usual normativa Jedi.
— Descuida, suele ser confuso al principio, ya irás conociendo poco a poco las cosas dentro de la Orden. — Su vista no se había apartado de ambos, iba del Padawan a la Youngling y viceversa, una y otra vez en aquella lectura visual de sus gestos. La sonrisa en sus labios incrementa con disimulo ante la inconciente afinidad entre ambos sentida por los otros Maestros Jedi en su momento.
Cosas de muchachos pensó para si misma. Su mano zurda esgrimió un gesto hacia su cinto advirtiendo un aparente sonar en su comunicador, sonido nunca escuchado ni comprobado.
— Disculpen, tengo que revisar algunos droides de entrenamiento, cosas de rutina… Pero afortunadamente Mithrandir se encuentra aquí. —
Su palma derecha se posa en el hombro del Padawan. Unas leves palmadas y un disimulado y mínimo empujón, breve, imperceptible casi, en que lo dirige hacia la joven recién aceptada. Aquella sonrisa parecía incrementarse en la Twi’lek.
— Él podrá mostrarte el Templo y los alrededores así como los salones y Cámaras del Templo, ¿verdad? Diviértanse, pero no se alejen demasiado del Templo. —
Casi no esperó afirmación o negativa y su tono no trataba de sonar indiferente a ellos, al contrario, parecía mostrar aún más aquel grácil tono. Su mano derecha blandió un ligero gesto en el aire y su paso hubo de alejarla. Era perceptible, la iniciada confiaba más en el Padawan y dejarlos a ambos un momento parecía lo más adecuado tras la primera y seria imagen ganada por los miembros del Consejo en la previa entrevista.
Aquellos azulados Lekku, revestidos por unas franjas de cuero café, se agitaban con ligereza a cada paso de la Jedi, andar en el cual finalmente se pierde de vista por uno de los pasillos.
Fuerza Luminosa- Narrador/GM
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Re: Presentando a Linn al Consejo Jedi [Linn y Mith]
El padawan Dulainn proseguía feliz y satisfecho porque su opinión y su petición llegasen a buen puerto, pero poco a poco la exaltación del momento iba pasando y el arkaniano se iba relajando. A la Maestra Jedi le pasaba otro tanto de lo mismo. Al abandonar la estancia del Consejo suspiró satisfecha y ahora se mostraba abiertamente contenta al tratar con los dos jóvenes frente a ella.
Linn agradeció a la Maestra Secura, como cabía esperar. Además se mostró un tanto confusa. Tampoco era de extrañar. Todo había pasado tan rápido que hasta Mithrandir se sentía un tanto confuso. Ni se imaginaba como alguien ajeno a la Orden como aquella umbarana habría pasado todo aquel trance sin conocer las costumbres, protocolos y peculiaridades de los Jedi. Pero bueno, al final todo salió bien y ahora sólo le tocaba amoldarse a la rutina de la Academia e instruirse en la Fuerza como el resto de Jedis.
Mith hizo caso omiso al insinuante comentario, o al menos eso le pareció a él, para evitar sonrojarse. Se despidió cordialmente de la twi'lek y, cuando ésta hubo desaparecido de escena, suspiró fuertemente como si acabara de soltar una carga que se le antojaba más que pesada. Miró a la joven y recién nombrada Youling, intentando analizar su estado de ánimo. Era formidable la entereza con la que estaba afrontando todo aquello, al menos cara a los demás. El interior de aquella umbarana era todo un misterio y algo le decía a Mithrandir que no eran de los fáciles de resolver. Todo un reto que el arkaniano aceparía con entusiasmo.
— Bueno, parece que todo la tensión acumulada se liberó por fin. — dijo en tono aliviado, intentando comenzar un diálogo algo más distendido. — Creo que lo mejor será dar una vuelta para enseñarte todo el complejo, que aun no habrás visto demasiado, ¿me equivoco? — preguntó, aunque suponía la respuesta, por lo que en cuanto intuyó el más mínimo gesto afirmativo indicó: — Vamos.
Y así se volvió para abandonar la sala, suponiendo que Linn le seguiría el paso.
Linn agradeció a la Maestra Secura, como cabía esperar. Además se mostró un tanto confusa. Tampoco era de extrañar. Todo había pasado tan rápido que hasta Mithrandir se sentía un tanto confuso. Ni se imaginaba como alguien ajeno a la Orden como aquella umbarana habría pasado todo aquel trance sin conocer las costumbres, protocolos y peculiaridades de los Jedi. Pero bueno, al final todo salió bien y ahora sólo le tocaba amoldarse a la rutina de la Academia e instruirse en la Fuerza como el resto de Jedis.
Mith hizo caso omiso al insinuante comentario, o al menos eso le pareció a él, para evitar sonrojarse. Se despidió cordialmente de la twi'lek y, cuando ésta hubo desaparecido de escena, suspiró fuertemente como si acabara de soltar una carga que se le antojaba más que pesada. Miró a la joven y recién nombrada Youling, intentando analizar su estado de ánimo. Era formidable la entereza con la que estaba afrontando todo aquello, al menos cara a los demás. El interior de aquella umbarana era todo un misterio y algo le decía a Mithrandir que no eran de los fáciles de resolver. Todo un reto que el arkaniano aceparía con entusiasmo.
— Bueno, parece que todo la tensión acumulada se liberó por fin. — dijo en tono aliviado, intentando comenzar un diálogo algo más distendido. — Creo que lo mejor será dar una vuelta para enseñarte todo el complejo, que aun no habrás visto demasiado, ¿me equivoco? — preguntó, aunque suponía la respuesta, por lo que en cuanto intuyó el más mínimo gesto afirmativo indicó: — Vamos.
Y así se volvió para abandonar la sala, suponiendo que Linn le seguiría el paso.
Mithrandir- Caballero Jedi
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